Fitch Ratings ha proyectado que la economía colombiana crecerá un 1,5 % en 2024, una cifra que, aunque evita una temida contracción económica, es insuficiente para mejorar la calificación crediticia del país en el corto plazo. Richard Francis, analista principal de Fitch para las calificaciones soberanas de Colombia, destacó que una mejora en la calificación requiere una generación de riqueza más robusta y una mejor gestión de la deuda.
Esta perspectiva ha generado alarmas entre los expertos financieros, ya que una mala calificación crediticia puede imponer cargas financieras adicionales. El principio de equivalencia ricardiana indica que la deuda de hoy podría traducirse en obligaciones fiscales futuras.
Históricamente, el crecimiento económico de Colombia ha promediado alrededor del 4 % en los últimos años. Sin embargo, las proyecciones para este año son significativamente más bajas, con expectativas de un repunte al 2,8 % en 2025. Francis advirtió que un crecimiento por debajo del 2 % podría afectar negativamente la calificación crediticia del país, especialmente porque la inversión privada ha caído hasta un 33,5 % en 2023, lo cual es vital para la productividad económica futura.
La inflación sigue siendo un problema apremiante, afectando el poder adquisitivo y los niveles de consumo. Actualmente, la tasa de inflación de Colombia supera la de sus vecinos latinoamericanos, con expectativas para los próximos 12 meses que permanecen por encima del objetivo del 3 % del banco central. Se prevé que el déficit fiscal alcance el 5,6 % en 2024, lo que complica aún más el panorama económico.
Francis también comentó sobre las implicaciones de la reciente reforma de pensiones en las finanzas públicas, estimando un impacto significativo del 0,3 % del PIB dado el déficit existente. Advirtió que el aumento del gasto público sin nuevas fuentes de ingresos podría conducir a un déficit más grande y no sostenible a medio plazo.
Alexánder Ríos, analista de Inverxia, agregó que la calificación soberana de Colombia también depende de sus fuentes de financiamiento, señalando que la disminución de la confianza del gobierno en las inversiones en combustibles fósiles, aunque favorable para el medio ambiente, es poco práctica para un país con déficit. Enfatizó la importancia crítica de cumplir con la regla fiscal, advirtiendo que relajar el techo de esta regla en medio de presiones de gasto podría deteriorar aún más la calificación crediticia de Colombia.