El 1 de octubre, Claudia Sheinbaum fue investida como la primera mujer presidenta de México, enfrentando desafíos inmediatos por parte de Estados Unidos en relación con políticas económicas. El candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, ha instado a las empresas en México a reubicarse en EE. UU. o enfrentar aranceles elevados, poniendo en duda el modelo económico de México, que se basa en la producción de bajo costo para los mercados estadounidenses.
Los comentarios de Trump en la Convención Nacional Republicana y sus discursos de campaña posteriores han generado alarmas entre funcionarios y empresas mexicanas. Amenazó con imponer un arancel del 100% a los vehículos eléctricos producidos por fabricantes chinos en México y alentó a los fabricantes de automóviles alemanes a trasladar sus operaciones a EE. UU., prometiendo un impuesto corporativo reducido.
La agenda de Sheinbaum sigue siendo incierta hasta la elección presidencial de EE. UU. el 5 de noviembre, que podría impactar significativamente la economía mexicana, especialmente si Trump o Kamala Harris asumen el cargo. Sheinbaum hereda una economía relativamente fuerte, con un crecimiento del PIB del 3.2% el año pasado y una notable disminución en las tasas de pobreza.
No obstante, una reforma judicial controvertida impulsada por el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador ha suscitado preocupaciones entre los socios comerciales internacionales. La reforma propone que los jueces federales sean elegidos directamente por el público, lo que los críticos temen que pueda aumentar la influencia del crimen organizado sobre el poder judicial.
EE. UU. ya ha visto inversiones de aproximadamente 35 mil millones de dólares congeladas en respuesta a estos cambios, y el embajador de EE. UU. en México, Ken Salazar, ha expresado su preocupación por las posibles implicaciones para la democracia y el comercio bilateral, que asciende a 807 mil millones de dólares.
A pesar de estos desafíos, la administración de Sheinbaum es optimista sobre la atracción de inversión extranjera directa, proyectando un aumento de 3 a 4 mil millones de dólares anuales. Sin embargo, el peso mexicano ya se ha depreciado un 13% frente al dólar desde su elección, reflejando el escepticismo de los inversores.
Las empresas alemanas, que son cruciales para el sector automotriz de México, están monitoreando de cerca la situación mientras evalúan los impactos potenciales de la reforma judicial y las amenazas arancelarias de EE. UU. sobre sus operaciones en México.