Laura Solla luchaba con la hinchazón a pesar de tener una dieta ligera, pero su rutina cambió después de que su nutricionista le sugiriera el té de hibisco. Comenzó a beber un vaso después de cada comida y su cuerpo respondió positivamente.
El hibisco, originario de África, se cultiva ahora en varias regiones del mundo. Según la nutricionista Laura Parada, el té de hibisco se puede consumir caliente o frío y es reconocido en muchas culturas por sus posibles beneficios contra trastornos nerviosos, insomnio, problemas cardíacos leves, inflamación e hipertensión.
Parada explica que los ácidos de frutas en el hibisco pueden actuar como un laxante, ayudando a la digestión y aliviando la acidez estomacal, los calambres estomacales, la gastroenteritis y los gases. El té también puede contribuir a reducir la presión arterial, los niveles de azúcar en sangre y la grasa corporal, al tiempo que mejora la función renal.
Rico en vitamina C, hierro, minerales y antioxidantes, el té de hibisco protege las células de los radicales libres dañinos y posee propiedades antiinflamatorias gracias a su contenido de polifenoles.
Para su preparación, se recomienda utilizar bolsas de té de hibisco secas y envasadas, vertiendo agua caliente sobre ellas. Una combinación de jengibre y jugo de limón potencia sus efectos antiinflamatorios.
Sin embargo, la experta advierte que no se deben consumir más de dos tazas al día. Aunque generalmente es seguro de beber, el té de hibisco no es recomendable para todos, especialmente para niños, mujeres embarazadas o lactantes, y aquellos que se someten a cirugía o se están recuperando de ella.
Según el Mirror, un cóctel hecho de aceite de oliva, jugo de limón y pimienta de cayena también puede ayudar a reducir los gases, favorecer la pérdida de peso y desintoxicar el cuerpo. Esta bebida se puede consumir diariamente de lunes a viernes durante cuatro semanas, con un descanso recomendado los fines de semana, experimentando beneficios en los primeros días.