Homo sapiens puede ser la última especie humana sobreviviente, pero no siempre hemos estado solos. Durante gran parte de nuestra historia, coexistimos con otros miembros de nuestro género, y nuestros antepasados prehistóricos se relacionaron con neandertales y denisovanos.
Han pasado milenios desde entonces, pero aún llevamos las consecuencias de estas interacciones. Los recientes avances en el análisis de ADN antiguo y la secuenciación del genoma están permitiendo a los científicos comprender cómo esta mezcla genética temprana continúa dando forma a nuestra salud, apariencia y fisiología hoy en día.
Al revisar los datos existentes sobre la introgressión humana arcaica (la transferencia de material genético de una especie al acervo genético de otra) en el genoma humano moderno, los autores de un nuevo estudio explican que, a medida que Homo sapiens migró de África en oleadas, diferentes poblaciones humanas se encontraron en posiciones para cruzarse con neandertales en varias regiones de Eurasia. Como resultado, los individuos modernos exhiben un mosaico complejo de rasgos introgresivos heredados de esta línea ya extinta.
El trabajo reciente también reveló que Homo sapiens se cruzó con tres poblaciones distintas de denisovanos, lo que resultó en que todos los individuos no africanos reciban ahora alrededor del 2% de su genoma de neandertales, mientras que algunos grupos de pueblos indígenas en Oceanía tienen un 2-5% adicional de ADN denisovano.
Al investigar cómo estos genes arcaicos nos influyen, los autores explican que el ADN neandertal puede haber aumentado el tamaño de nuestras narices, mientras que la herencia denisovana está relacionada con el ancho de nuestros labios. Esta conclusión se basa en estudios anteriores que indican que los denisovanos probablemente tenían labios más estrechos que el humano moderno promedio.
También hay algunas evidencias que sugieren que los genes neandertales pueden haber alterado nuestro ritmo circadiano, haciéndonos más propensos a despertarnos temprano por la mañana.
Sin embargo, la mayoría de las secuencias genéticas que perduran, derivadas de nuestros parientes extintos, están asociadas con la función del sistema inmunológico. Los investigadores señalan que esto no es particularmente sorprendente, ya que tanto los neandertales como los denisovanos habrían estado mejor adaptados para lidiar con los tipos de patógenos en Eurasia que los Homo sapiens que llegaban de África. Por lo tanto, la cría con poblaciones locales permitió a nuestros antiguos antepasados adquirir algunos genes beneficiosos que proporcionaban protección contra microbios infecciosos, que luego se transmitieron a través de la selección natural.
“Sin embargo, las variantes asociadas con el sistema inmunológico heredadas de homínidos arcaicos que fueron beneficiosas para los humanos modernos en estos nuevos entornos también pueden contribuir a la susceptibilidad a enfermedades en individuos contemporáneos,” escriben los autores del estudio. Por ejemplo, mientras que un grupo de genes neandertales en el cromosoma 12 parece proporcionar protección contra síntomas graves de COVID, otro en el cromosoma 3 podría en realidad aumentar nuestra susceptibilidad a la enfermedad.
Mientras tanto, un análisis de genomas japoneses modernos revela un vínculo entre el ADN denisovano y condiciones de salud como la diabetes tipo II y la enfermedad coronaria.
Estos descubrimientos han ayudado a desentrañar la historia genética de nuestra especie, pero aún quedan muchas lagunas. Por ejemplo, aún no está claro cómo el flujo génico entre diferentes especies humanas afecta el ADN de las poblaciones africanas modernas, ya que algunos científicos creen que estos grupos pueden tener la firma genética de un homínido “fantasma” desconocido.
No obstante, los autores afirman que “los trabajos recientes continúan brindando nuevos conocimientos sobre la historia del flujo genético entre humanos modernos, neandertales y denisovanos y demuestran claramente que la mezcla ha tenido importantes consecuencias funcionales, fenotípicas y evolutivas para los humanos modernos.”