La Reserva Natural Privada Margay en Argentina está tomando medidas significativas para proteger su rica biodiversidad mientras promueve el turismo regenerativo. Ubicada en el amenazado Bosque Atlántico del Alto Paraná, la reserva abarca 60 hectáreas, preservando ecosistemas vitales y especies nativas.
En los últimos 120 años, esta ecorregión ha perdido el 95% de su área original, lo que hace que los esfuerzos de conservación sean cada vez más urgentes. La reserva, que se convirtió en un área de conservación privada en 2018, combina prácticas de restauración ecológica con un turismo que busca minimizar el impacto ambiental.
Actualmente, Margay está nominada para una certificación de Quiet Parks International (QPI), que reconoce lugares que mantienen la tranquilidad natural y protegen su entorno acústico. Esta iniciativa resalta la creciente preocupación por la contaminación acústica y sus efectos perjudiciales en la comunicación de la fauna y la salud humana.
Los expertos afirman que el ruido interrumpe los hábitats naturales, afectando la capacidad de las especies para comunicarse, reproducirse y sobrevivir. Por ejemplo, estudios en Bogotá revelaron que el gorrión de cuello rufo alteró su canto debido a la contaminación acústica urbana. El compromiso de la Reserva Margay de limitar el acceso vehicular y promover el tráfico a pie ejemplifica medidas proactivas para combatir las perturbaciones acústicas.
A medida que aumenta la urbanización global, la necesidad de espacios naturales tranquilos se vuelve más crítica. Los esfuerzos de Margay no solo buscan preservar su ecosistema único, sino también educar a los visitantes sobre la importancia de proteger tanto la naturaleza como los sonidos que la habitan.