La Reserva de la Biosfera Maya (RBM) de Guatemala, el área protegida más grande del país, celebra su 35 aniversario. Establecida en 1990, la RBM abarca más de dos millones de hectáreas, representando aproximadamente el 20% del territorio de Guatemala. Es un santuario vital para una variedad de ecosistemas, fauna, flora y sitios arqueológicos mayas, lo que la convierte en una piedra angular del patrimonio natural y cultural del país.
La RBM se divide en tres zonas principales: una zona de protección estricta, una zona de uso múltiple y una zona de amortiguamiento. Este sistema de zonificación garantiza una gestión sostenible y esfuerzos de conservación. La reserva alberga una impresionante variedad de especies, incluidas 2.800 especies de plantas vasculares (34% del total de Guatemala), 513 especies de aves (71% del total del país) y una parte importante de las poblaciones de mamíferos, reptiles y anfibios de Guatemala. La RBM también juega un papel crucial en la captura de carbono, almacenando 569,5 millones de toneladas de CO2, contribuyendo así a la regulación climática global.
El terreno kárstico de la RBM ha dado forma a una red de cuerpos de agua esenciales para la región. Es la cabecera de tres importantes cuencas hidrográficas internacionales, incluida la cuenca del Golfo de México, que abarca la cuenca del río San Pedro, y la cuenca del Mar Caribe, que incluye la cuenca del río Azul. La plataforma de Yucatán y los pliegues del sur de la reserva han formado numerosas lagunas y cuerpos de agua, cuyos niveles fluctúan hasta dos metros según las estaciones, destacando la importancia hidrológica y climática de la región.
El Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) es el órgano rector responsable de la gestión y protección de la RBM, trabajando en coordinación con diversas organizaciones nacionales e internacionales. El Plan Maestro de la RBM define estrategias para mitigar amenazas como la deforestación, el tráfico de especies y la invasión de tierras. También promueve el desarrollo sostenible a través del ecoturismo, la educación ambiental y la investigación científica.
La Reserva de la Biosfera Maya es un testimonio de la riqueza natural y cultural de Guatemala. Su protección es esencial no solo para la biodiversidad, sino también para el bienestar de las generaciones futuras.