Después de un aumento en las poblaciones de ballenas jorobadas tras las prohibiciones internacionales de la caza de ballenas industrial, estos majestuosos mamíferos ahora enfrentan un desafío urgente: el calentamiento global.
A diferencia de algunas especies marinas que pueden adaptarse a los cambios de temperatura, las ballenas jorobadas, como mamíferos grandes y antiguos, tienen dificultades para ajustarse. Muchos mamíferos marinos típicamente responden a las temperaturas en aumento migrando a regiones más frescas, a menudo hacia los polos.
Las ballenas jorobadas son conocidas por sus notables migraciones, recorriendo hasta 4,830 kilómetros desde Alaska hasta Hawái para reproducirse. Requieren condiciones ambientales específicas, con temperaturas entre 21 y 28 grados Celsius, esenciales para la supervivencia de sus vulnerables crías.
A medida que las temperaturas globales aumentan, los científicos expresan su preocupación de que las ballenas jorobadas puedan necesitar alterar sus rutas migratorias. Un estudio de 2022 de la Universidad de Hawái indica que las emisiones de gases de efecto invernadero sin control podrían empujar muchos sitios de reproducción más allá de las tolerancias de temperatura de estas ballenas. Si las emisiones de combustibles fósiles continúan sin control, los expertos predicen que alrededor del 67% de los sitios de reproducción de las ballenas jorobadas podrían experimentar temperaturas que superan sus límites.
Para mitigar estos impactos, los investigadores enfatizan la necesidad de establecer áreas protegidas que tengan en cuenta los posibles cambios en los sitios de reproducción de las ballenas. Algunas ballenas jorobadas podrían explorar nuevos sitios de reproducción más al norte, siempre que el fondo marino sea adecuado y esté libre de depredadores. Sin embargo, la designación de estas áreas protegidas debe adaptarse a las necesidades específicas de cada población de ballenas jorobadas.
El cambio climático ya ha alterado los patrones migratorios de las ballenas jorobadas. Por ejemplo, los investigadores frente a la costa de Massachusetts han observado que la ocupación máxima de las ballenas jorobadas ahora ocurre dos semanas más tarde que hace 20 años.
Además, las áreas de alimentación de las ballenas jorobadas están en riesgo debido al cambio climático. Estas ballenas se alimentan principalmente de kril, pequeños crustáceos similares a los camarones, consumiendo toneladas de estos diariamente antes de su migración. Sin embargo, el aumento de las temperaturas ha llevado a una disminución de aproximadamente el 80% en la población de kril desde la década de 1970.
Como resultado, las ballenas jorobadas se ven obligadas a buscar fuentes de alimento alternativas, aumentando su riesgo de enredarse en redes de pesca y chocar con barcos. Además, el cambio climático aumenta su riesgo de enfermedades, ya que los científicos han observado que estos grandes mamíferos parecen más delgados y cubiertos de parásitos.