Durante siglos, la humanidad ha conocido las sustancias psicodélicas, principalmente en forma de plantas y hongos alucinógenos. Sin embargo, la investigación científica seria sobre estas sustancias comenzó solo en los últimos 80 años, particularmente después de los experimentos con LSD de las décadas de 1950 y 1960 en EE. UU. Tras un retroceso cultural en la década de 1970, los psicodélicos enfrentaron estrictas restricciones legales que sofocaron la investigación hasta el cambio de milenio.
En la década de 1990, el Congreso de EE. UU. declaró esa década como la de la investigación cerebral, lo que llevó a un resurgimiento del interés en las terapias de salud mental. Este nuevo enfoque llevó a los investigadores a explorar los beneficios potenciales de los psicodélicos como alternativas a los tratamientos tradicionales para condiciones como la depresión y el PTSD.
A mediados de la década de 2010, el panorama legal comenzó a cambiar a medida que numerosos estudios demostraron los beneficios terapéuticos de los psicodélicos. Instituciones como la Universidad Johns Hopkins y el Imperial College de Londres lideraron el camino, y para 2020, muchas universidades prestigiosas en todo el mundo establecieron centros de investigación psicodélica. La investigación se centró principalmente en sustancias como psilocibina, LSD, ketamina y MDMA.
A pesar de los desarrollos prometedores, persistía el escepticismo sobre la reproducibilidad de los resultados positivos. Sin embargo, en los últimos años ha habido avances significativos en los ensayos clínicos. En 2023, la empresa biotecnológica Compass Pathways comenzó un ensayo a gran escala en 40 sitios de EE. UU., examinando los efectos de una tableta de psilocibina de 25 mg en la depresión resistente al tratamiento, con la recolección de datos concluyendo en julio de 2025. De manera similar, el Instituto Usona está llevando a cabo un estudio en 240 participantes que prueba diferentes dosis de psilocibina.
Si bien el movimiento hacia la legalización y despenalización de los psicodélicos ha ganado impulso en estados como Oregón y Colorado, Canadá ha implementado un programa de acceso especial que permite a los médicos prescribir terapia psicodélica en casos específicos. Mientras tanto, Australia ha dado un paso innovador al reclasificar la psilocibina y la MDMA en una categoría menos restrictiva, permitiendo su uso para la depresión resistente al tratamiento y el PTSD.
Los últimos dos años han demostrado que el renacimiento de la medicina psicodélica no solo es posible, sino que está ocurriendo activamente, con investigaciones en curso que allanan el camino para futuras aplicaciones terapéuticas.