La reciente devastación causada por el huracán Helene, que desató inundaciones sin precedentes en varios estados appalaches, ha recordado la vulnerabilidad de la región ante fenómenos meteorológicos extremos en la era del cambio climático. La tormenta resultó en más de 160 muertes en seis estados del sureste, afectando particularmente a Hendersonville, Carolina del Norte, y a otras comunidades montañosas, donde las aguas de inundación destruyeron carreteras, interrumpieron las comunicaciones e inundaron hogares con barro y escombros.
Este desastre sorprendió tanto a los residentes como a los expertos, ya que Jeremy Porter, jefe de investigación sobre implicaciones climáticas en First Street, destacó el inesperado riesgo de inundación en la región de los Apalaches, tradicionalmente asociado con áreas costeras como Florida y Luisiana. Los valles empinados de la región la hacen especialmente susceptible a inundaciones durante fuertes lluvias.
Aunque el papel preciso del cambio climático en este evento específico aún se investiga, los científicos han advertido desde hace tiempo que un planeta en calentamiento contribuye a huracanes más húmedos y a aumentos en los totales de precipitación. Jim Smith, hidrólogo de la Universidad de Princeton, señaló que una atmósfera más cálida puede retener más humedad, alimentando tormentas de lluvia intensas, complicadas aún más por el terreno montañoso de los Apalaches.
Además, se han planteado preocupaciones sobre los mapas de inundación de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA), que pueden subestimar los riesgos de inundación en regiones como los Apalaches. Porter enfatizó que estos mapas no tienen en cuenta la creciente frecuencia y gravedad de los eventos de fuertes lluvias, lo que podría dejar a propietarios y responsables políticos sin preparación para tales desastres.
Aunque la destrucción causada por el huracán Helene puede no haber sido del todo inesperada para los climatólogos, la magnitud de la pérdida y el daño ha dejado a las comunidades en estado de shock y podría generar discusiones sobre cómo el cambio climático está remodelando áreas que anteriormente se consideraban menos vulnerables.