Los países bálticos de Lituania, Letonia y Estonia están a punto de cortar su conexión a la red eléctrica rusa el 8 de febrero de 2025, diez meses antes de lo previsto. Esta medida, aunque simbólica, representa un paso importante en el compromiso de los países bálticos con la integración europea y sus continuos esfuerzos de "desrusificación"
Las tres naciones bálticas ya han dejado de comprar electricidad a Rusia y Bielorrusia desde mayo de 2022, asegurando una transición sin problemas para los consumidores. Han estado integrando progresivamente sus sistemas eléctricos en la Red Sincrónica Continental Europea (CESG), la segunda red sincronizada más grande del mundo después de la de China. Los países bálticos serán los últimos miembros de la UE en unirse al CESG, que también incluye Turquía, Ucrania y Moldavia.
La decisión de desconectarse de la red rusa, conocida como BRELL (Bielorrusia, Rusia, Estonia, Letonia y Lituania), está impulsada por preocupaciones sobre la seguridad energética y la independencia. La red BRELL, un legado de la era soviética, conecta los sistemas eléctricos de Rusia, incluida su enclave de Kaliningrado, Bielorrusia y los tres países bálticos.
Tras la invasión rusa de Ucrania, los países bálticos han acelerado sus esfuerzos para romper los lazos con Rusia. El reciente sabotaje de cables submarinos de infraestructura crítica en el Mar Báltico ha puesto de manifiesto aún más la necesidad de independencia energética. La UE ha prometido 1.230 millones de euros (1.280 millones de dólares) en inversiones para apoyar la integración de los países bálticos en el CESG, brindándoles más opciones para un suministro de energía confiable.
Los países bálticos también están conectados al mercado escandinavo de electricidad, que es independiente. Lituania tiene una conexión submarina a Suecia llamada NordBalt, mientras que Estonia tiene dos conexiones directas a Finlandia: Estlink 1 y Estlink 2, y se espera que una tercera conexión se complete en 2035.
Sin embargo, el cable Estlink 2 se dañó en diciembre de 2023, lo que redujo drásticamente la capacidad de transmisión entre Estonia y Finlandia. La Comisión Europea (CE) declaró que el barco involucrado en el incidente formaba parte de la flota fantasma rusa.
A pesar del sabotaje, la CE ha asegurado que la desconexión planificada de la red rusa se llevará a cabo como estaba previsto, ya que los países bálticos han construido capacidades adicionales en la región a lo largo de los años.