La selva amazónica enfrenta graves amenazas por la deforestación y la crisis climática

La selva amazónica, a menudo referida como los pulmones de la Tierra, está enfrentando desafíos sin precedentes que incluyen la deforestación, la sequía y los incendios forestales descontrolados. En 2023, la tasa de deforestación en el Amazonas disminuyó casi un 50%, sin embargo, la región sigue enfrentando graves amenazas. Los meses recientes han visto sequías devastadoras y niveles récord de incendios, lo que ha llevado a un aumento significativo en las emisiones de gases de efecto invernadero, con advertencias de incendios reportadas un 79% por encima del promedio.

Un informe publicado esta semana revela que el tamaño del Amazonas ha disminuido al equivalente de Francia y Alemania combinadas en las últimas cuatro décadas. Los investigadores han encontrado que los bosques están siendo despejados a niveles 'peligrosos' para la minería, la agricultura y la ganadería.

Los científicos advierten que debido al aumento de las temperaturas, la sequía extrema, la deforestación y los incendios forestales, hasta la mitad del Amazonas podría alcanzar un 'punto de inflexión' para 2050. Cruzar este umbral podría acelerar significativamente el cambio climático local y empujar a la selva tropical hacia la extinción o la transformación en praderas.

El Amazonas alberga una vasta gama de biodiversidad y juega un papel crucial en la absorción de carbono, ayudando a estabilizar la temperatura de la Tierra. Jack Hurd, director ejecutivo de la Tropical Forest Alliance, enfatiza la responsabilidad global de proteger el Amazonas para asegurar que continúe proporcionando recursos esenciales como alimentos y aire limpio.

Aproximadamente dos tercios del Amazonas se encuentran en Brasil, pero se extiende por ocho países, incluidos Colombia, Perú y Bolivia. Según el Banco Mundial, mantener el bosque es mucho más crítico que la deforestación, ya que el Amazonas absorbe carbono valorado en aproximadamente 317 mil millones de dólares anuales, mientras que talarlo podría generar solo entre 43 y 98 mil millones de dólares de la madera, la agricultura o la minería.

El Fondo Amazonia, establecido por el gobierno brasileño en 2008, es el fondo global más grande destinado a prevenir la deforestación y asegurar asistencia financiera internacional para la conservación del bosque. Hasta ahora, ha recibido más de 1.4 mil millones de dólares en donaciones, principalmente de Noruega y Alemania.

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha reactivado el fondo en 2023 después de un aumento dramático en la deforestación durante la administración anterior. El fondo es administrado por el Banco de Desarrollo de Brasil y apoya varios proyectos, incluida la prevención de incendios forestales y la supervisión de crímenes ambientales.

A pesar de su importancia, la directora brasileña del Instituto de Recursos Mundiales, Cristiane Fontes, argumenta que el Fondo Amazonia no proporciona suficiente apoyo financiero para la protección completa de las áreas silvestres. Además, millones de dólares están llegando de diversas fundaciones y agencias bilaterales para esfuerzos de conservación.

Para evitar que el Amazonas alcance un punto de inflexión, es urgente que los países donantes y las instituciones, así como el sector privado, aumenten sus compromisos. Estimaciones recientes sugieren que asegurar el 80% del Amazonas requerirá inversiones anuales de entre 1.7 y 2.8 mil millones de dólares, además de costos iniciales de proyecto de entre 1 y 1.6 mil millones de dólares.

Fontes destaca el potencial de la Tropical Forest Forever Facility (TFFF), un fondo propuesto que busca preservar los bosques a nivel mundial, que tiene como objetivo reunir 250 mil millones de dólares de fondos de inversiones gubernamentales y privadas. José Otávio Passos, director de Amazonas en la Nature Conservancy, afirma que tanto el TFFF como el sistema de financiamiento Jurisdictional RED+ podrían ayudar en la conservación del Amazonas.

Recientemente, el Banco Mundial anunció un bono de Reforestación del Amazonas de 225 millones de dólares, que promete rendimientos financieros a los inversionistas si se restaura la selva tropical y se reducen las emisiones de carbono. Passos enfatiza que los países ricos, el gobierno brasileño y el sector privado tienen roles críticos que desempeñar en este esfuerzo urgente.

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