El telescopio James Webb revela la composición atmosférica del exoplaneta WASP-166 b

Editado por: Vera Mo

El 9 de enero de 2025, astrónomos que utilizan el Telescopio Espacial James Webb (JWST) lograron avances significativos en la investigación de exoplanetas al analizar la composición atmosférica de WASP-166 b, un super-Neptuno caliente situado a aproximadamente 0,067 unidades astronómicas de su estrella anfitriona.

WASP-166 b, que es aproximadamente siete veces más grande en diámetro que la Tierra y 32 veces más masivo, completa una órbita alrededor de su estrella en solo 5,44 días, lo que indica su proximidad a la estrella. Esto resulta en una temperatura de equilibrio estimada en 1270 Kelvin, clasificándola dentro del 'desierto de Neptunes calientes', una región donde tales planetas son raramente encontrados debido a la radiación estelar.

La estrella anfitriona, WASP-166, está clasificada como F9V y es aproximadamente un 20% más grande y masiva que el Sol, con una temperatura efectiva de superficie de 6050 Kelvin y una metalicidad de 0,19 dex. Con 2,1 mil millones de años, se considera relativamente joven.

Astrónomos, liderados por Andrew W. Mayo de la Universidad Estatal de San Francisco, emplearon el espectrógrafo NIRISS y la cámara NIRCam para investigar la atmósfera de WASP-166 b. Sus hallazgos revelaron una atmósfera rica en vapor de agua y dióxido de carbono, junto con trazas de amoníaco en concentraciones más bajas.

Además, el análisis indicó que la atmósfera está compuesta principalmente de helio e hidrógeno en proporciones típicas de la nebulosa solar primordial. Notablemente, no se detectaron signos de monóxido de carbono.

Se encontró que la relación carbono-oxígeno en WASP-166 b es de 0,282, significativamente más baja que la de su estrella anfitriona (0,41) y el Sol (0,55), lo que sugiere un proceso de formación único. La metalicidad de la atmósfera se midió en 1,57 dex.

Los investigadores especulan que WASP-166 b se formó a través de la acreción de planetesimales, con una posible erosión del núcleo o fotoevaporación de la atmósfera contribuyendo a su perfil químico actual.

Este descubrimiento se suma a la exploración en curso de exoplanetas, mejorando nuestra comprensión de los procesos de formación planetaria en el universo y potencialmente abordando la pregunta de si estamos solos en el cosmos.

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