El 23 de noviembre de 2024, astronautas rusos a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) encontraron un olor tóxico inesperado al abrir la escotilla de la nave de carga Progress MS-29. La NASA informó que la tripulación también observó pequeñas gotas dentro del módulo.
Tras el descubrimiento, la escotilla del módulo Poisk se cerró rápidamente para aislar el resto del segmento ruso de la ISS. La NASA declaró que la calidad del aire se monitoreó utilizando purificadores de aire y sensores de contaminantes.
Don Pettit, un astronauta de la NASA, describió el olor como similar al de la pintura en aerosol. Para el 24 de noviembre, los controladores de vuelo en Houston anunciaron que la calidad del aire había vuelto a niveles normales. Sin embargo, algunos expertos, incluido Anatoly Zak de Russian Space Web, sugirieron que la NASA pudo haber minimizado el incidente, afirmando que el olor era, de hecho, tóxico.
La NASA confirmó que no había amenaza para la tripulación y que los astronautas estaban trabajando para reabrir la escotilla entre Poisk y Progress. La causa exacta del olor sigue siendo desconocida, pero se especula que podría haber habido una fuga del sistema de refrigeración de la nave.