MÜNCHEN - Observaciones recientes del telescopio espacial James Webb (JWST) han proporcionado sorprendentes conocimientos sobre la formación y evolución de los agujeros negros supermasivos durante el universo temprano, planteando nuevas preguntas para los astrónomos.
Los primeros miles de millones de años del universo son un período crítico marcado por la aparición de las primeras galaxias y sus agujeros negros supermasivos, cuya masa y existencia siguen siendo un misterio. Investigadores de todo el mundo están indagando sobre cómo estos objetos pudieron acumular tanta masa tan rápidamente.
Utilizando su instrumento MIRI, el JWST ha desafiado teorías existentes con nuevos datos. Las observaciones indican que los agujeros negros más tempranos no tenían un mecanismo único para un rápido crecimiento de masa; en cambio, parecen comportarse de manera similar a sus contrapartes modernas.
Un enfoque clave de la investigación es el estudio de los cuásares, los núcleos galácticos activos más brillantes impulsados por agujeros negros supermasivos. Estos objetos distantes ofrecen una visión del universo poco después del Big Bang, ya que su luz tarda miles de millones de años en llegar a nosotros.
Las observaciones recientes se centraron en el cuásar J1120+0641, que existió durante la era conocida como la "alba cósmica". El análisis del espectro de este cuásar reveló que el torus de polvo que rodea al agujero negro es casi indistinguible del de cuásares más contemporáneos, lo que contradice la hipótesis de un mecanismo de crecimiento inusualmente rápido para estos primeros objetos.
Sin embargo, se observó una diferencia notable: la temperatura del polvo alrededor del cuásar es aproximadamente 100 Kelvin más alta que la de cuásares menos distantes. Este hallazgo inesperado podría proporcionar nuevas perspectivas sobre las condiciones físicas del universo temprano.
Los resultados sugieren que los agujeros negros supermasivos pudieron haber existido con masas sustanciales desde el principio. Estos llamados agujeros negros "primordiales" podrían haberse formado a partir del colapso de nubes de gas masivas en lugar de evolucionar a partir de los restos de estrellas tempranas.
Los hallazgos de la investigación se han publicado en la prestigiosa revista Nature, contribuyendo a una comprensión más profunda de la evolución cósmica. A pesar de estos avances, la pregunta de cómo se formaron estos objetos masivos tan temprano en el universo sigue abierta e intrigante.