Playa chilena escondida ofrece turismo sostenible y un paraíso para la observación de aves

Editado por: Anna Klevak

Escondido en la costa chilena, a solo 127 kilómetros de Santiago, se encuentra Tunquén, una joya escondida que ofrece una mezcla única de belleza natural, turismo sostenible y un refugio para las aves migratorias.

Esta playa prístina, intocada por el turismo masivo, se jacta de un paisaje impresionante de dunas agrietadas y aguas poco profundas, lo que la convierte en una escapada perfecta para aquellos que buscan tranquilidad y conexión con la naturaleza.

Tunquén es un paraíso para los observadores de aves, especialmente durante la primavera y el verano cuando las especies migratorias del hemisferio norte llegan para escapar del invierno boreal. El Santuario de la Naturaleza del Humedal de Tunquén, un área protegida, proporciona un refugio seguro para una variedad de flora y fauna nativas.

El nombre de la playa, derivado del idioma Mapudungun, significa "tierra que se abre o se agrieta". Esto se refiere a las distintivas formaciones agrietadas y dunas que permiten que el agua de mar fluya a través de ellas, creando un paisaje único y pintoresco.

Tunquén encarna el turismo sostenible con casas ecológicas construidas con energía solar y materiales que minimizan el impacto ambiental. El sendero cercano entre Tunquén y Quintay, un viaje de 16 kilómetros a través de exuberantes bosques de pinos, ofrece vistas impresionantes y más oportunidades de exploración.

Este paraíso escondido ofrece una visión de un modelo de turismo responsable que prioriza la preservación de la belleza natural para las generaciones futuras.

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