Un estudio reciente combina arqueología, estadística y humanidades digitales para explorar la dinámica social en los antiguos reinos hebreos de Israel y Judá (950-586 a. C.). Los investigadores analizaron nombres personales en artefactos arqueológicos utilizando métricas de diversidad de la investigación ecológica.
El estudio se centra en la onomástica, el estudio de los nombres. Los nombres reflejan la importancia cultural, la herencia lingüística, las creencias religiosas y las jerarquías sociales. Ariel Vishne y el Dr. Barak Sober de la Universidad Hebrea de Jerusalén analizaron más de mil nombres personales inscritos en sellos, ostracas y jarras de almacenamiento.
El equipo utilizó estadísticas de diversidad como la entropía de Shannon y el índice de diversidad de Simpson. Estas herramientas cuantifican la riqueza y la uniformidad de los nombres. Este enfoque captura la profundidad de la variedad y la concentración dentro del uso de nombres.
La investigación reveló diferencias entre el Reino de Israel y el Reino de Judá. Israel exhibió una mayor diversidad de nombres, lo que sugiere una sociedad culturalmente heterogénea. Esto puede deberse a su ubicación en las rutas comerciales y su exposición a las culturas vecinas.
En Judá, la diversidad de nombres disminuyó con el tiempo, lo que se alinea con la centralización religiosa en torno a Jerusalén. Esto sugiere una creciente consolidación política y conformidad social. La disminución de la variedad sugiere un endurecimiento de la identidad cultural.
Samaria, la capital de Israel, mostró una menor diversidad de nombres que sus regiones periféricas. Esto sugiere una estructura social descentralizada. En Judá, la población de élite de Jerusalén tenía una mayor diversidad de nombres, lo que refleja los cambios demográficos y las influencias culturales.
La metodología interdisciplinaria se probó utilizando conjuntos de datos modernos de varios países. Surgieron patrones consistentes, lo que respalda la precisión del marco. Las sociedades con fuertes valores tradicionales tienden a exhibir una menor diversidad de nombres.
El Dr. Barak Sober enfatizó la novedad del enfoque, desbloqueando la información social incrustada en los nombres antiguos. La Dra. Mitka R. Golub destacó que los nombres brindan ventanas a las prácticas religiosas, las jerarquías sociales y las interacciones culturales.
El profesor Israel Finkelstein señaló que la diversidad onomástica refleja patrones arqueológicos conocidos. Esto apoya la imagen de Israel como un centro de intercambio cultural. La investigación avanza en la comprensión de la complejidad social en las sociedades antiguas.
La diversidad de nombres emerge como un indicador de la vitalidad cultural, la permeabilidad y la integración social. La adaptación de los índices de biodiversidad a los datos onomásticos abre nuevas vías para las humanidades digitales. Esta intersección crea un terreno fértil para el diálogo interdisciplinario.