La educación progresiva, una filosofía que surgió a finales del siglo XIX y principios del XX, enfatiza el aprendizaje centrado en el estudiante, las actividades experienciales y el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico. Este enfoque contrasta con los métodos tradicionales que se centran en la memorización y la instrucción dirigida por el maestro.
Una figura destacada en la educación progresiva fue John Dewey, quien creía que la educación debía ser un proceso de aprendizaje activo y resolución de problemas. Abogó por experiencias prácticas y aplicaciones del mundo real del conocimiento. Las ideas de Dewey influyeron en el desarrollo de escuelas progresivas, como la Laboratory School de la Universidad de Chicago, que sirvió como modelo para otras instituciones.
El movimiento progresivo ganó impulso en las décadas de 1920 y 1930, con el auge de educadores progresistas como Maria Montessori y Jean Piaget. Montessori desarrolló un sistema de aprendizaje autodirigido basado en la observación y la exploración, mientras que las teorías de Piaget sobre el desarrollo cognitivo destacaron la importancia del juego y las actividades prácticas en el aprendizaje.