A principios de abril, China implementó restricciones a las exportaciones de tierras raras como represalia a los aranceles estadounidenses. Estos aranceles, impuestos por la administración Trump, alcanzaron hasta el 145% en las exportaciones chinas a Estados Unidos.
A mediados de mayo, tras las negociaciones en Ginebra, Estados Unidos declaró que China acordó levantar las restricciones. Este acuerdo fue parte de una pausa de 90 días en los aranceles que estaban interrumpiendo el comercio entre los dos países.
A pesar del acuerdo, las empresas que buscan exportar tierras raras aún requieren licencias de China. Reuters informó que Beijing otorgó licencias temporales a los proveedores de los tres principales fabricantes de automóviles estadounidenses.
Una encuesta de la Cámara de Comercio Americana en China reveló que tres cuartas partes de las empresas afectadas anticiparon que sus suministros se agotarían en tres meses. La encuesta también señaló incertidumbre debido a una gran acumulación de solicitudes de licencia.
Gracelin Baskaran, economista de minería, declaró que aproximadamente el 25% de las solicitudes de licencia han sido aprobadas. También señaló que la velocidad de procesamiento es insuficiente.
China posee el 100% de la capacidad mundial de procesamiento de tierras raras. Esto permite a China utilizar las licencias como palanca en las negociaciones comerciales.
Estados Unidos fue el productor dominante de tierras raras hasta la década de 1990. China aumentó la producción, haciéndola poco rentable para otros. Estados Unidos está trabajando actualmente para construir sus propias capacidades de procesamiento de tierras raras.
Las restricciones en curso podrían afectar a varias industrias estadounidenses. Estas industrias incluyen la automotriz, la electrónica, los semiconductores y la defensa.