Fuertes lluvias han azotado partes de Myanmar, exacerbando los desafíos que enfrentan los afectados por el reciente terremoto. Las precipitaciones están complicando las labores de ayuda y aumentando el riesgo de brotes de enfermedades entre los sobrevivientes. El número de muertos por el terremoto de magnitud 7,7 que sacudió el 28 de marzo ha aumentado a al menos 3.471, con 4.671 heridos y 214 aún desaparecidos.
Los trabajadores de ayuda en Mandalay, cerca del epicentro del terremoto, informaron que las lluvias y los vientos nocturnos empaparon los campamentos de tiendas de campaña, dejando a los sobrevivientes y sus pertenencias empapados. Se esperan más lluvias, junto con el aumento de las temperaturas, lo que podría provocar brotes de enfermedades como el cólera entre quienes viven al aire libre.
El terremoto dañó aproximadamente 5.223 edificios, 1.824 escuelas, 4.817 pagodas y templos, 167 hospitales y clínicas, 169 puentes, 198 represas y 184 secciones de la carretera principal del país. Los daños son particularmente graves en Sagaing y Mandalay. La ONU informa que más de tres millones de personas ya estaban desplazadas internamente y casi 20 millones necesitaban ayuda antes del terremoto.
En la vecina Tailandia, el número de muertos por el terremoto ha aumentado a 24, con 17 muertes ocurridas en el sitio de un rascacielos derrumbado en Bangkok. Las operaciones de búsqueda continúan para 77 personas desaparecidas.