Arabia Saudita se está preparando para el Hajj 2025, enfrentando desafíos significativos relacionados con el calor extremo y la gestión de multitudes. El año pasado, las temperaturas en La Meca alcanzaron los 51,8 grados Celsius, lo que resultó en más de 1,300 muertes, principalmente entre los peregrinos no registrados que carecían de acceso a servicios esenciales.
Los expertos enfatizan la necesidad de estrategias efectivas de mitigación del calor, ya que la ola de calor de 2024 fue la más calurosa registrada. Las autoridades sauditas aún no han revelado planes específicos para el próximo peregrinaje, que está programado para junio.
Abderrezak Bouchama del Centro Internacional de Investigación Médica King Abdullah sugiere que las medidas probablemente se centren en reducir el número de peregrinos ilegales. La introducción de sensores portátiles para la detección de estrés por calor se espera que sea una solución a largo plazo.
El Hajj, un evento de cinco a seis días, tiene un historial de incidentes trágicos, incluida una estampida mortal en 2015. Se anticipa que las autoridades mejoren la infraestructura y las medidas de control de multitudes en respuesta a la crisis del año pasado.
Los permisos de Hajj se asignan a través de un sistema de cuotas, pero los altos costos impulsan a muchos a intentar el Hajj sin autorización. El peregrinaje de este año se llevará a cabo nuevamente durante los meses de verano, lo que genera preocupaciones sobre la exposición al calor durante los rituales al aire libre.
Las autoridades sauditas han implementado algunas medidas de mitigación del calor, como áreas climatizadas cerca de la Kaaba y materiales de enfriamiento en las carreteras. Sin embargo, los expertos destacan la necesidad de unidades de enfriamiento móviles y de instalaciones de salud de emergencia completas para atender tanto a los peregrinos registrados como a los irregulares.
Aunque el momento del Hajj eventualmente se trasladará a meses más frescos, los estudios indican que el estrés por calor para los peregrinos podría superar niveles peligrosos en las próximas décadas debido al cambio climático.