A medida que el mundo enfrenta una doble crisis climática y energética, se hace evidente la necesidad urgente de instalaciones solares y eólicas a gran escala. Sin embargo, no se deben pasar por alto las consecuencias ecológicas de estas instalaciones industriales. Esta discusión no se centra en si debemos utilizar energías alternativas, sino en cómo optimizar su despliegue para minimizar el daño ecológico.
Las últimas décadas han visto un aumento dramático en las tasas de extinción de especies, con proyecciones que indican que hasta un millón de especies podrían estar en riesgo. Esta pérdida se atribuye principalmente a la destrucción de hábitats causada por cambios en el uso de la tierra, urbanización, industrialización y prácticas agrícolas. Si bien el cambio climático agrava la pérdida de biodiversidad, no es la causa principal; más bien, la transformación de espacios naturales en industriales es un factor significativo.
Las instalaciones solares y eólicas contribuyen a la fragmentación de paisajes, interrumpen corredores ecológicos, aumentan la mortalidad de muchas especies y pueden generar problemas de erosión e inundación. Por ejemplo, las plantas solares requieren un promedio de 2 hectáreas por megavatio, mientras que los parques eólicos demandan hasta 24 hectáreas por megavatio. En España, esto podría traducirse en unos asombrosos 3 millones de hectáreas para generadores eólicos, lo que representa más del 11 % de la superficie forestal nacional.
La clave radica en análisis detallados para encontrar soluciones adaptadas que beneficien a todas las partes interesadas. Los sistemas agrivoltaicos, que combinan la generación de electricidad con actividades agrícolas, pueden aumentar la productividad agrícola y la biodiversidad. Sin embargo, estas medidas beneficiosas a menudo aumentan los costos operativos, lo que dificulta su adopción a gran escala.
En la actualidad, se están planificando proyectos solares y eólicos en áreas ecológicas críticas, mientras que la normativa de la UE está relajando cada vez más los requisitos ambientales para promover la energía renovable. El Reglamento europeo sobre la restauración de la naturaleza permite que las instalaciones renovables eviten los objetivos de restauración, lo que plantea preocupaciones sobre la integridad ecológica.
Si bien la acción inmediata sobre el cambio climático es esencial, no debe hacerse a expensas de las consideraciones ecológicas. El discurso en torno a la energía, al igual que el debate climático, a menudo está impulsado más por la ideología que por la evidencia. El enfoque debe estar en eliminar los combustibles fósiles, que son la principal amenaza para la salud humana y el medio ambiente.
En resumen, aunque la energía solar y eólica son componentes vitales de la transición hacia una energía limpia, es necesario un enfoque más amplio para garantizar que todas las formas de energía limpia se desarrollen de manera sostenible, teniendo en cuenta los impactos ecológicos.