El 2 de enero de 2025, Bamako acusó a Argelia de apoyar a grupos rebeldes e interferir en los asuntos internos de Mali. Esta declaración provino de funcionarios malienses en respuesta a los comentarios realizados por Ahmed Attaf, el ministro de Relaciones Exteriores de Argelia, quien enfatizó una solución política en lugar de militar para el conflicto maliense.
Las autoridades malienses expresaron su descontento, afirmando que no tienen 'lecciones que recibir' sobre la lucha contra el terrorismo y pidieron a Argelia que aborde sus propias crisis internas, en particular la relacionada con Kabylie.
Fousseyni Ouattara, vicepresidente de la Comisión Nacional de Defensa de Mali, calificó los comentarios de Attaf como ofensivos, asegurando que referirse a terroristas como combatientes es una ofensa. El analista político Paul Oula señaló la incomodidad de Argelia, que se siente marginada tras la denuncia por parte de Mali de un acuerdo de paz de 2015 firmado en Bamako entre el estado maliense y los separatistas del norte.
Argelia parece estar navegando una compleja reposicionamiento, especialmente mientras ocupa la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU. Oula comentó que Argelia busca reunir a naciones africanas y potencias internacionales para respaldar su visión para el Sahel, aunque expresó escepticismo sobre su éxito debido a la condición no permanente de Argelia en el Consejo, lo que limita su poder de veto.
Además, Mali mantiene alianzas con países como Rusia y China, que probablemente protegerán sus intereses en la región. Las tensiones se han intensificado desde diciembre de 2023, cuando ambos países convocaron a sus embajadores para consultas, tras acusaciones de complicidad de Argelia con grupos armados. La situación se agravó aún más durante la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2024, donde ambas naciones intercambiaron críticas agudas.