En Moscú, el general ruso Igor Kirillov, comandante de la unidad militar responsable de la defensa nuclear, biológica y química, fue asesinado el 17 de diciembre de 2024, cuando una bomba oculta en un scooter explotó cerca de su hogar. Su asistente también murió en la explosión.
La explosión ocurrió en la mañana del martes cerca de Ryazansky Prospekt, una ruta clave para entrar y salir del centro de Moscú. La investigación está siendo llevada a cabo por el Comité de Investigación Nacional, un organismo independiente directamente vinculado al presidente Vladimir Putin.
Un portavoz del Comité de Investigación declaró que la explosión se está tratando como un ataque terrorista y que los equipos están investigando el incidente desde múltiples ángulos.
Según agencias de noticias internacionales que citan fuentes de seguridad ucranianas, el asesinato fue planeado por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU). Un funcionario del SBU confirmó al portal de noticias alemán Spiegel que el atentado fue una operación especial dirigida a Kirillov, quien fue visto como un criminal de guerra.
Kirillov, de 54 años, estaba en listas de sanciones internacionales y estaba siendo juzgado en ausencia en Ucrania por supuestamente utilizar armas químicas. Los informes indican que el SBU ha documentado al menos 4,800 casos de ataques con armas químicas desde el inicio de la invasión rusa, lo que ha resultado en bajas entre los soldados ucranianos.
El gobierno británico había sancionado a Kirillov en octubre por ayudar en el despliegue de armas químicas, una acusación que Moscú ha negado. Tanto el Reino Unido como Estados Unidos han acusado a Rusia de violar la Convención sobre Armas Químicas al utilizar sustancias tóxicas contra las fuerzas ucranianas.
Este incidente marca el asesinato de más alto perfil de un funcionario militar ruso en Moscú desde el inicio del conflicto en Ucrania.