La deforestación severa amenaza el Cerrado de Brasil y la viabilidad agrícola

Editado por: Anna 🌎 Krasko

El 6 de diciembre de 2024, un estudio publicado en la revista Nature Sustainability destacó la alarmante tasa de deforestación en el bioma del Cerrado de Brasil, advirtiendo que la degradación ambiental continua podría hacer que las prácticas agrícolas sean económicamente inviables.

La investigación, una colaboración entre la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) y el Centro de Investigación Climática Woodwell de EE. UU., reveló que la cobertura de vegetación nativa en el Cerrado ha caído de 127 millones de hectáreas a 95 millones de hectáreas en las últimas dos décadas, mientras que la tierra agrícola se ha duplicado de 38 millones de hectáreas a 77 millones de hectáreas.

Utilizando datos históricos e imágenes satelitales, los investigadores emplearon inteligencia artificial para aislar los efectos de la deforestación, ignorando otros factores ambientales como El Niño y La Niña. Los hallazgos indican que la deforestación está exacerbando el cambio climático en la región.

En febrero, otro estudio publicado en Nature Communications señaló que el Cerrado está sufriendo impactos severos del calentamiento global, enfrentando su sequía más intensa en 700 años. Esto ya ha afectado la producción agrícola, ya que el Cerrado representa el 63% de la producción agrícola de Brasil.

Los datos de la Confederación Brasileña de Agricultura y Ganadería (CNA) muestran que los niveles de lluvia un 50% por debajo de la media resultaron en una pérdida de 7,3 millones de toneladas de granos, principalmente de soja y maíz, durante la cosecha 2020/21. La cosecha 2023/24 vio pérdidas aún mayores, con una caída récord de 11,9 millones de toneladas de soja y una reducción del 10% en la producción de maíz, lo que equivale a una pérdida estimada de 35 mil millones de R$.

El estudio indica que, a medida que disminuye la vegetación nativa, las fallas en la cosecha se están volviendo más frecuentes, coincidiendo con la disminución de las lluvias. La correlación entre la deforestación y los cambios climáticos es directa, ya que la eliminación de la vegetación altera inmediatamente las condiciones climáticas locales.

Los investigadores compararon las reducciones de lluvia en áreas con cobertura nativa con las que han sido deforestadas. Desde 1999 hasta 2019, las áreas con vegetación nativa experimentaron una disminución de 29,1 milímetros de lluvia durante la primera cosecha y 9,2 milímetros durante la segunda. En contraste, las áreas deforestadas vieron caídas mucho más significativas: 90,5 milímetros y 109,1 milímetros, respectivamente.

Además, las regiones deforestadas experimentaron un retraso de diez días en el inicio de las lluvias cada dos años, mientras que las áreas con menos del 20% de pérdida de vegetación no mostraron este retraso.

La vegetación nativa del Cerrado juega un papel crucial en la retención de agua y la humedad atmosférica. Su eliminación altera drásticamente las características de la superficie, afectando la reflexión del calor y la liberación de humedad.

A pesar de la abrumadora evidencia, algunos productores agrícolas siguen siendo escépticos sobre el vínculo entre la vegetación y la formación de lluvias, considerando tales afirmaciones como teorías infundadas propagadas por ambientalistas.

Los expertos subrayan la urgente necesidad de políticas efectivas contra la deforestación, ya que el sector agrícola tiene mucho que ganar con la reducción de las tasas de deforestación. Sin embargo, muchos productores aún no han reconocido esta conexión.

Aunque la situación sigue siendo crítica, algunos expertos creen que es posible una recuperación si se toman medidas inmediatas para detener la deforestación y restaurar las áreas degradadas. El Cerrado aún conserva más del 50% de su cobertura nativa, y los esfuerzos de restauración son esenciales para mantener la biodiversidad y las funciones ecológicas de Brasil.

Los ecólogos enfatizan que el primer paso hacia la recuperación implica cesar nuevas expansiones agrícolas e iniciar la reforestación en regiones gravemente deforestadas. Esto podría ayudar a restablecer el microclima regional y mitigar las pérdidas agrícolas en curso.

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