El 25 de octubre de 2024, un informe reveló que las empresas de servicios públicos de EE. UU. han dependido de los combustibles fósiles para el 62.4% de su producción de electricidad durante los últimos cuatro meses, superando el 60.5% de China durante el mismo período. Esta tendencia plantea preocupaciones sobre el liderazgo de EE. UU. en los esfuerzos de transición energética.
Los datos, provenientes del grupo de reflexión sobre energía Ember, indican que, aunque la dependencia de los combustibles fósiles en EE. UU. alcanzó su punto máximo durante la alta demanda de verano, el menor uso de combustibles fósiles en China coincidió con una desaceleración económica. Esta situación destaca la expansión más agresiva de la producción de energía limpia en China, acercándola a alcanzar su pico de uso de combustibles fósiles.
A pesar de un aumento del 16% en la producción de energía limpia en EE. UU. desde 2019, la creciente demanda total de energía ha limitado las reducciones en la generación de combustibles fósiles. Desde enero hasta septiembre de 2024, la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles en EE. UU. disminuyó solo un 0.8% en comparación con el mismo período en 2019.
China, por otro lado, ha visto un aumento del 37% en el consumo de electricidad desde 2019, lo que ha obligado a un aumento significativo tanto en la generación de combustibles fósiles como de energía limpia. La producción de electricidad a partir de combustibles fósiles en China ha aumentado un 23%, mientras que la generación de energía limpia ha aumentado un 67%, lo que indica una rápida transición hacia fuentes de energía más limpias.
Para abordar la dependencia de los combustibles fósiles, los productores de energía de EE. UU. han aumentado su capacidad de generación de energía limpia en un 40% entre 2018 y 2023. Sin embargo, esta capacidad sigue siendo inferior a la de los combustibles fósiles, lo que plantea desafíos para EE. UU. en su establecimiento como líder en la acción climática.