El 3 de octubre de 2024, las autoridades chinas anunciaron un plan para aumentar gradualmente la edad de jubilación de los trabajadores, ya que el país enfrenta una disminución de la fuerza laboral y déficits significativos en su presupuesto de pensiones. La edad de jubilación para los hombres aumentará de 60 a 63 años, mientras que las mujeres en trabajos manuales verán un aumento de 50 a 55 años, y las de trabajos de oficina de 55 a 58 años. Esta política se implementará en los próximos 15 años, comenzando en 2025.
La edad de jubilación actual en China es una de las más bajas del mundo, y aun con las nuevas medidas, seguirá estando por debajo de la de la mayoría de los países desarrollados. Los expertos advierten que el retraso en el aumento de la edad de jubilación puede llegar demasiado tarde para abordar los desafíos que plantea una población envejecida. El año pasado, la tasa de natalidad de China cayó a un mínimo histórico, y la población total disminuyó por segundo año consecutivo.
Expertos como Yi Fuxian de la Universidad de Wisconsin-Madison enfatizan que la reciente política del gobierno es insuficiente y que es necesaria una reforma estructural del sistema de pensiones. El sistema de pensiones actual, altamente descentralizado, exacerba las inequidades regionales y complica las obligaciones financieras de los gobiernos locales.
Las implicaciones de este cambio son significativas, especialmente para los jóvenes que ingresan al mercado laboral, ya que habrá menos ofertas de trabajo debido a la demora en las jubilaciones. La tasa de desempleo juvenil ya ha alcanzado el 18,8%, el nivel más alto desde que se iniciaron los nuevos registros.
Este cambio de política refleja la lucha del gobierno por gestionar una demografía envejecida mientras evita disturbios sociales. Los expertos advierten que cualquier cambio abrupto podría provocar protestas de las generaciones más jóvenes y de aquellos que se acercan a la jubilación.