Por lo menos por segunda vez este año, los observadores del cielo en todo el mundo disfrutaron de vibrantes auroras en latitudes más allá de sus confines polares habituales, gracias a una gigantesca bola de plasma y su campo magnético que erupcionó desde el Sol.
Este evento, conocido como una eyección de masa coronal (CME), llegó a la Tierra alrededor de las 16:00 GMT del jueves, desencadenando una fuerte tormenta geomagnética que produjo impresionantes exhibiciones de luces del norte y del sur —aurora boreal y aurora austral— en regiones de Europa, Estados Unidos y Australia.
El profesor Wild de la Universidad de Lancaster describió la atmósfera durante las observaciones de auroras como festiva, con muchas personas reuniéndose en parques y caminos secundarios para disfrutar del espectáculo celeste. Notó que este fenómeno es parte de su investigación sobre cómo el clima solar afecta los sistemas en la Tierra.
Según Juha-Pekka Luntama, jefe de la Oficina de Clima Espacial de la Agencia Espacial Europea, la CME fue un 'golpe perfecto' ya que se originó de un punto solar dirigido hacia la Tierra, causando una tormenta geomagnética severa clasificada como G4. Este evento estuvo justo por debajo del nivel más alto G5 visto anteriormente este año.
A medida que la actividad solar se acerca a su pico de 11 años, tales tormentas representan riesgos para satélites, servicios de GPS y redes eléctricas, con el Centro de Predicción del Clima Espacial de EE. UU. advirtiendo sobre posibles interrupciones en los servicios de emergencia ya estresados por huracanes. Aunque no se informaron interrupciones inmediatas, podría llevar días evaluar el impacto total de la tormenta.
Aunque la tormenta se está disipando, podrían surgir más oportunidades de auroras en los próximos años, ya que ciclos solares anteriores han mostrado actividad aumentada después del pico. El profesor Wild enfatizó que, aunque pronosticar el clima espacial es complicado, el atractivo de la aurora hace que valga la pena buscarla siempre que sea posible.