Los agujeros negros, predichos por la Teoría de la Relatividad General de Einstein, poseen campos gravitacionales tan intensos que nada, ni siquiera la luz, puede escapar. Mientras que el horizonte de sucesos marca el punto de no retorno, la singularidad en el centro, donde la densidad y la curvatura del espacio-tiempo se vuelven infinitas, plantea un desafío a la física moderna. Las leyes actuales se rompen, lo que exige una teoría de la gravedad cuántica.
Las observaciones astronómicas, incluida la imagen de la sombra de un agujero negro en la galaxia M87 tomada por el Event Horizon Telescope y las detecciones de ondas gravitacionales por LIGO y Virgo, ofrecen evidencia concreta de fusiones de agujeros negros. Futuros experimentos cuánticos podrían revelar si los agujeros negros son puertas de entrada a otras dimensiones o trampas gravitacionales absolutas. Unificar la relatividad general y la mecánica cuántica podría revelar la verdadera naturaleza de lo que se encuentra dentro de estos enigmas cósmicos.