Investigaciones recientes confirman la coexistencia de dos especies humanas prehistóricas distintas en la región de Altai, en la actual Rusia. Los hallazgos, reportados por Mikhail Shunkov, miembro de la Academia Rusa de Ciencias y jefe del departamento de arqueología del Paleolítico en el Instituto de Arqueología y Etnografía, indican que tanto los denisovanos como los neandertales habitaron la misma área.
Las excavaciones en dos cuevas—Denisova y Chagirskaya, ubicadas a aproximadamente 100 kilómetros de distancia—revelaron que estos grupos vivieron simultáneamente en la región. Los neandertales ocupaban la cueva de Chagirskaya, practicando la cultura musteriense clásica, que comparte similitudes con las tradiciones neandertales europeas.
En contraste, los denisovanos residían en la cueva de Denisova, donde la investigación de este año se centró en las capas más profundas y antiguas, que datan de hace aproximadamente 300,000 años. El análisis genético indica que los denisovanos fueron los primeros habitantes de esta cueva, llegando hace aproximadamente 300,000 años, seguidos por los neandertales hace unos 130,000 años.
Este año, los investigadores analizaron más de 20,000 fragmentos de huesos de animales encontrados en la cueva de Denisova, encontrando que las principales presas de los denisovanos incluían ciervos, íbices siberianos y argalis. En comparación, los neandertales preferían cazar bisontes en su territorio cercano.
Shunkov señaló que las teorías tradicionales vinculan la aparición de diversos adornos y artefactos de hueso durante el Paleolítico Superior con la llegada de humanos anatómicamente modernos (Homo sapiens) en la región. Sin embargo, investigaciones a largo plazo sugieren que estos desarrollos culturales podrían estar más estrechamente asociados con la evolución de la población denisovana en Altai.
Además, a principios de este año, se descubrieron sitios funerarios más antiguos que las pirámides egipcias en Tatarstán, que presentaban puntas de flecha de piedra, adornos hechos de dientes de ciervo y castor, colmillos de jabalí y colgantes elaborados a partir de serpentinitas de los Urales. Estas tumbas datan de la segunda mitad del quinto milenio a.C., más de 1,500 años antes que las pirámides. Una de las tumbas contenía los restos de una mujer y un niño de 4 a 5 años, mientras que otra pertenecía a un adulto.