La Lanza Santa, un relicario cargado de misterio y significado religioso, ha cautivado a figuras como Napoleón y Hitler a lo largo de la historia. Este artefacto está vinculado al centurión Gaius Cassius Longinus, quien atravesó el costado de Jesucristo durante la crucifixión, según se describe en el Evangelio de Juan.
Según los relatos bíblicos, los soldados romanos rompían las piernas de los crucificados para acelerar su muerte. Sin embargo, al llegar a Jesús, lo encontraron ya muerto. Un soldado luego le clavó una lanza en el costado, provocando que sangre y agua fluyeran de la herida.
Desde entonces, la lanza ha sido denominada Lanza Santa, Lanza del Destino o Lanza de Longinus, y se considera uno de los artefactos sagrados más importantes del cristianismo.
La ubicación actual de la lanza sigue siendo un tema de debate. Se dice que una versión reside en el Vaticano, oculta de la vista pública dentro de uno de los cuatro pilares de la Basílica de San Pedro. Otra se dice que está en el Museo del Palacio Hofburg en Viena, mientras que otros afirman que se encuentra en Cracovia, Polonia, datada del siglo XIII, o en la Catedral Armenia de Echmiadzin en Antioquía.
Las leyendas sugieren que la lanza confiere un gran poder a su poseedor. Los relatos históricos indican que estuvo en manos de figuras notables como el rey Herodes, los emperadores Constantino y Teodosio, y los reyes bárbaros Alarico y Teodorico. En 732, se dice que Carlos Martel la poseía durante su victoria sobre los árabes en Poitiers. Se dice que Carlomagno ganó todas sus batallas hasta que perdió la lanza, y que Federico I Barbarroja supuestamente se ahogó después de perderla en un río de Turquía.
En 1796, Napoleón buscó la lanza, que en ese momento se encontraba en Nuremberg. Se dice que el barón von Hugel la vendió a la familia Habsburgo junto con otros artefactos históricos. La lanza, ahora exhibida en el Museo Hofburg, fue robada por los nazis en la década de 1930.
Informes indican que Hitler vio la lanza por primera vez en Hofburg durante su estancia en Viena mientras aspiraba a ser artista. Cuando Alemania anexó Viena durante la Segunda Guerra Mundial, Hitler se apoderó de la legendaria lanza.
Tras la caída del Tercer Reich el 30 de abril de 1945, la lanza fue recuperada por las fuerzas aliadas, coincidiendo con el día en que Adolf Hitler se suicidó en su búnker en Berlín. La reliquia fue devuelta a los Habsburgo y actualmente se exhibe en Hofburg, accesible a los visitantes hoy en día.