El 24 de diciembre de 2024, investigadores que utilizan el telescopio espacial James Webb (JWST) de la NASA informaron sobre hallazgos revolucionarios acerca de Quirón, un centauro ubicado entre Júpiter y Neptuno. Este objeto híbrido exhibe características tanto de asteroides como de cometas, ofreciendo nuevas perspectivas sobre la historia temprana del sistema solar.
El estudio, dirigido por la Dra. Noemí Pinilla-Alonso de la Universidad de Oviedo y el Dr. Charles Schambeau de la Universidad de Florida Central (UCF), destaca la naturaleza dual de Quirón. La investigación reveló que la superficie de Quirón contiene hielo de dióxido de carbono y monóxido de carbono, mientras que su coma—una envoltura similar a una nube que rodea el objeto—contiene estos materiales en forma gaseosa, junto con metano. Esto marca la primera detección de tal diversidad química en un centauro.
La Dra. Pinilla-Alonso enfatizó que Quirón actúa como una "cápsula del tiempo", preservando información sobre la formación del sistema solar. Las características únicas de Quirón permiten a los científicos observar tanto su superficie como su coma, proporcionando datos críticos sobre el grosor, la porosidad y las propiedades químicas de su capa de hielo.
La actividad de Quirón, impulsada principalmente por el calentamiento solar, permite a los investigadores estudiar su química superficial incluso a grandes distancias del Sol. Esta capacidad es particularmente significativa, ya que ofrece perspectivas más claras en comparación con otros objetos transneptunianos (TNO), que generalmente son menos activos a tales distancias.
El equipo de investigación planea continuar monitoreando a Quirón a medida que se acerca a la Tierra, con el objetivo de entender cómo sus características responden a variaciones en la luz y la temperatura. La Dra. Pinilla-Alonso señaló que los centauros como Quirón generalmente son expulsados de la región de los planetas gigantes después de aproximadamente un millón de años, evolucionando potencialmente hacia cometas de la familia de Júpiter o regresando a la región de los TNO. Las observaciones futuras podrían arrojar más luz sobre los procesos que dieron forma a nuestro sistema solar a lo largo de miles de millones de años.