En 2031, la Estación Espacial Internacional (ISS) llegará a su fin al desorbitarse en el Océano Pacífico, un proceso facilitado por un vehículo especialmente diseñado por SpaceX. Esta maniobra tiene como objetivo mitigar los riesgos asociados con los desechos espaciales.
La ISS, la estructura hecha por el hombre más grande en el espacio, no se desintegrará por completo al volver a entrar. En cambio, fragmentos del tamaño de un microondas a un automóvil se dispersarán en un área designada, específicamente Point Nemo, la región oceánica más alejada de la tierra.
Para garantizar un descenso controlado, la NASA ha contratado a SpaceX para desarrollar el U.S. Deorbit Vehicle (USDV), una nave Dragon modificada equipada con 46 propulsores, significativamente más que sus predecesoras. Este vehículo será responsable de guiar la ISS de manera segura hacia su lugar de descanso final.
El proceso de desorbitación comenzará con el acoplamiento del USDV a la ISS mientras la tripulación final verifica su funcionalidad. Tras la salida de la tripulación, la órbita de la ISS se degradará naturalmente hasta alcanzar una altitud más baja, permitiendo que el USDV ejecute una combustión crítica para dirigir la estación hacia una desorbitación segura.
Los expertos advierten que los satélites más grandes representan riesgos significativos si ocurre un regreso incontrolado. Jonathan McDowell, astrofísico de Harvard, enfatiza la importancia de las desorbitaciones planificadas para prevenir peligros potenciales asociados con los desechos espaciales. La Comisión Federal de Comunicaciones ha reducido recientemente el tiempo de desorbitación para satélites inactivos de 25 años a cinco, resaltando la urgencia de gestionar el tráfico espacial.
A medida que aumentan los lanzamientos de satélites, el desafío de desorbitar de manera segura objetos más grandes se vuelve primordial. La tecnología y las regulaciones actuales deben evolucionar para abordar la creciente preocupación sobre los desechos espaciales y sus implicaciones para las operaciones espaciales y la seguridad aérea.
Se están explorando soluciones innovadoras, incluidas tecnologías de desorbitación activa, velas de arrastre y sistemas de captura magnética. Sin embargo, los expertos enfatizan la necesidad de un enfoque proactivo para garantizar la sostenibilidad de las actividades espaciales y minimizar los riesgos para la vida en la Tierra.
A medida que la ISS se prepara para su última descenso, las lecciones aprendidas de esta operación serán cruciales para dar forma a futuras políticas y tecnologías destinadas a gestionar el número creciente de satélites en órbita.