El 2 de diciembre de 2024, una poderosa tormenta, clasificada como un "ciclón bomba," impactó el noroeste del Pacífico, causando destrucción significativa y cortes de energía en toda la región. La tormenta se ha vinculado al aumento de la frecuencia de tales eventos meteorológicos, planteando preocupaciones sobre el cambio climático.
El ciclón bomba, caracterizado por una rápida caída en la presión atmosférica, afectó el norte de California, el noroeste del Pacífico y Columbia Británica, produciendo vientos de fuerza huracanada y fuertes lluvias. La tormenta resultó en la pérdida de energía para decenas de miles de hogares y al menos dos muertes.
Imágenes satelitales de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) revelaron un sistema de baja presión a aproximadamente 480 kilómetros de la costa de Washington. Este fenómeno, que ha sido denominado ciclón bomba durante más de 40 años, se desarrolla con una intensidad rara vez observada en tierra.
Según Brian McNoldy, investigador principal en la Universidad de Miami, el término "ciclón bomba" describe un ciclón que experimenta una disminución de la presión central de al menos 24 milibares en 24 horas a 60 grados de latitud. La tormenta reciente también se combinó con un río atmosférico, una banda estrecha de transporte de humedad desde regiones tropicales.
Los datos del Servicio Nacional de Meteorología indican un aumento del 40 por ciento en los ciclones bomba en la cuenca atlántica entre 1980 y 2020. Los expertos sugieren que el cambio climático, en particular el aumento de las temperaturas oceánicas, puede estar influyendo en esta tendencia.
Ben Kirtman, profesor de ciencias atmosféricas, señaló que aunque el calentamiento de las latitudes más altas podría implicar menos energía para los ciclones, también podría conducir a patrones climáticos más pronunciados que faciliten el desarrollo de estos sistemas.