Tormentas severas azotaron Brasil el 13 de octubre de 2024, resultando en al menos ocho muertes y dejando a miles sin electricidad. La región más afectada es São Paulo, donde los vientos alcanzaron los 100 km/h (60 mph) y las precipitaciones diarias alcanzaron los 10 cm (4 pulgadas), según el Instituto Nacional de Meteorología.
Se han reportado siete muertes en el estado de São Paulo, principalmente debido a caídas de árboles y colapsos de infraestructura. Los residentes describieron las tormentas como breves pero extremadamente intensas, lo que llevó a apagones generalizados en todo el estado.
El proveedor de energía Enel informó que más de 1.3 millones de hogares y negocios seguían sin electricidad hasta el domingo, con esfuerzos en marcha para restaurar el servicio para el lunes. En respuesta a los apagones prolongados, los residentes del vecindario Parque São Roberto protestaron después de soportar más de 24 horas sin electricidad.
En Brasilia, un soldado murió y otro resultó herido debido a incidentes relacionados con la tormenta en una instalación de policía militar. La lluvia fue tan intensa que los miembros del Congreso brasileño se vieron obligados a usar paraguas en el interior debido a filtraciones de agua en el techo.
A pesar de la destrucción, muchos residentes en Brasilia vieron las tormentas como un alivio muy esperado tras una sequía récord de más de 165 días. Esta sequía, la peor registrada, se ha vinculado al cambio climático y al fenómeno de El Niño, lo que ha contribuido a incendios forestales significativos en las regiones del Amazonas y Pantanal.
Los datos del gobierno indicaron que los incendios forestales en el Amazonas alcanzaron un máximo de dos décadas en julio, lo que genera preocupaciones sobre la salud ambiental y pública.