El color del agua del océano ofrece información valiosa sobre su salud y composición, influyendo en las decisiones relacionadas con el monitoreo ambiental y la gestión de recursos. La forma en que la luz interactúa con las partículas y sustancias en el agua determina su color. Por ejemplo, el agua con altas concentraciones de sedimentos puede aparecer amarilla o roja, mientras que el agua más pura refleja la luz azul.
Los científicos utilizan el color del agua para evaluar la salud de los océanos, con altos niveles de clorofila que indican el crecimiento de algas. El exceso de nutrientes puede provocar floraciones de algas nocivas, lo que plantea riesgos tanto para la vida marina como para la salud humana. Las imágenes satelitales y las muestras de agua se utilizan para crear mapas de calidad del agua, lo que ayuda a las autoridades a monitorear los niveles de clorofila e implementar medidas de control de la contaminación.
La misión PACE de la NASA y otros programas satelitales desempeñan un papel crucial en el monitoreo del color del océano al medir la naturaleza espectral de la luz que se refleja en el agua. Estas mediciones ayudan a los científicos a comprender la distribución del fitoplancton, las partículas minerales y la materia orgánica disuelta, proporcionando información sobre la salud de los ecosistemas acuáticos y apoyando los esfuerzos para gestionar y proteger los recursos marinos.