El huracán Helene, que tocó tierra el 26 de septiembre de 2024, ha alterado drásticamente las aguas del Golfo de México, como revelan las imágenes satelitales recientes de la NASA. La tormenta, clasificada como huracán de categoría 4, no solo causó cortes de energía generalizados en varios estados, sino que también removió sedimentos y materiales orgánicos del fondo marino, cambiando el color de las aguas costeras.
Las imágenes satelitales capturadas antes y después de la tormenta muestran una transformación notable en el Golfo, con aguas previamente claras volviéndose de color azul claro, marrón y verde debido a la perturbación. Los vientos y olas del huracán agitaron los sedimentos, mientras que las marejadas y las fuertes lluvias generaron escorrentías que llevaron más materia orgánica al océano.
Estos cambios destacan la interconexión entre los eventos meteorológicos y los entornos marinos, ilustrando cómo los huracanes pueden tener un impacto significativo en los ecosistemas costeros. El cambio en el color del agua indica altos niveles de materiales orgánicos disueltos, particularmente de ríos de aguas negras ricos en vegetación en descomposición, que pueden ser arrastrados al océano durante fuertes lluvias.
Este evento subraya la importancia de monitorear los cambios oceánicos tras el mal tiempo, ya que pueden tener efectos duraderos en la vida marina y la salud costera.