Una investigación reciente ha revelado que las algas microscópicas, específicamente las diatomeas, no juegan un papel crucial en el transporte de carbono a las profundidades del océano, especialmente en el Océano Austral que rodea la Antártida. Este estudio arroja luz sobre los complejos procesos que regulan el clima de nuestro planeta y el almacenamiento de carbono en aguas profundas.
Las diatomeas, conocidas por sus distintivas estructuras basadas en sílice que se asemejan a pequeñas casas de vidrio, se creía anteriormente que eran contribuyentes significativos a la secuenciación de carbono. Anualmente, absorben miles de millones de toneladas de carbono de la atmósfera, actuando como parte de la bomba biológica de carbono que dirige el carbono a capas más profundas del océano.
Sin embargo, los nuevos hallazgos sugieren que las diatomeas no soportan descensos prolongados en el océano. En cambio, permanecen más cerca de la superficie mientras el carbono se transporta a las profundidades a través de otros mecanismos aún no identificados. Esta revelación indica que las diatomeas pueden no contribuir tanto a la bomba de carbono del Océano Austral como se pensaba anteriormente.
Los investigadores expresan su preocupación de que el calentamiento del océano pueda afectar la productividad de las diatomeas, lo que podría reducir la eficiencia de la bomba biológica de carbono. Sin embargo, el estudio sugiere que estos cambios pueden no afectar significativamente la capacidad del Océano Austral para almacenar carbono, destacando procesos no descubiertos en la zona crepuscular del océano, de donde proviene la mayor parte del carbono transportado a las profundidades.