En 2024, el año más cálido registrado, las temperaturas sin precedentes del aire y la superficie del océano han intensificado los ciclones, las olas de calor y los fenómenos climáticos extremos a nivel mundial.
Desde el pequeño archipiélago francés de Mayotte hasta las ciudades ricas de Europa, ninguna región se escapó de los desastres naturales exacerbados por el cambio climático. Una red de científicos del World Weather Attribution informó que casi todos los desastres importantes estudiados en el último año se vieron agravados por las emisiones de gases de efecto invernadero.
El impacto mortal de las olas de calor se ilustró de manera contundente en junio, cuando más de 1,200 peregrinos perdieron la vida en La Meca, Arabia Saudita, donde las temperaturas alcanzaron los 51.8 °C. El calor extremo, denominado el “asesino silencioso”, afectó a regiones como Tailandia, India y EE. UU.
En México, el calor fue tan intenso que los monos aulladores cayeron muertos de los árboles, mientras que en Pakistán millones de niños se quedaron en casa cuando las temperaturas superaron los 50 °C. Las aguas oceánicas más cálidas llevaron a un aumento de la evaporación, lo que resultó en lluvias torrenciales. En abril, los EAU experimentaron la cantidad de lluvia equivalente a dos años en un solo día, causando graves inundaciones.
En general, la superficie cálida del océano ha fortalecido la fuerza de los ciclones tropicales, causando daños extensos en el Caribe y EE. UU. El ciclón Sinto, que devastó Mayotte, habría sido menos poderoso sin el cambio climático, según informes preliminares.
Esta alarmante tendencia subraya la urgente necesidad de una acción climática integral.