En una preocupante crisis ambiental, la región del Gran Chaco argentino enfrenta una deforestación masiva y descontrolada, impulsada principalmente por la expansión agrícola y ganadera. En los últimos 25 años, la provincia de Santiago del Estero ha perdido dos millones de hectáreas de bosque, con más de la mitad de esta destrucción ocurriendo de manera ilegal.
Lorenzo Langbehn del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) informa que la deforestación continúa a un ritmo alarmante de 60,000 hectáreas por año. Esta pérdida de bosques nativos, en gran parte debido al cultivo de soja y la cría de ganado, impacta significativamente en la productividad del suelo, los ciclos del agua y la resiliencia climática de la región.
Datos recientes indican que la región del Gran Chaco, que abarca aproximadamente un millón de kilómetros cuadrados en Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil, ahora está bajo una amenaza severa. Esta área, hogar de alrededor de 3,400 especies de plantas y diversas especies de vida silvestre, está siendo diezmada tanto por actividades de tala como por incendios forestales.
Greenpeace destaca que el 75% de la deforestación en Argentina se concentra en las regiones del norte, donde la tala ilegal persiste a pesar de las leyes destinadas a proteger los bosques nativos. La situación se agrava por el cambio climático, ya que la desaparición de los bosques libera grandes cantidades de gases de efecto invernadero, contribuyendo aún más al calentamiento global.
En un problema separado pero relacionado, México enfrenta una expansión urbana que invade su rica biodiversidad. La urbanización rápida ha llevado a la destrucción de hábitats naturales, lo que resulta en un declive significativo de la diversidad de flora y fauna. Las especies que alguna vez prosperaron en estas áreas ahora luchan por adaptarse a entornos urbanos llenos de contaminación y concreto.
Los expertos advierten que la pérdida de especies nativas y hábitats en México no solo amenaza los ecosistemas locales, sino que también subraya la urgencia de una planificación urbana sostenible y esfuerzos de conservación ambiental. A medida que las ciudades se expanden, la coexistencia de las poblaciones humanas y la vida silvestre se vuelve cada vez más precaria, destacando la necesidad de un enfoque equilibrado hacia el desarrollo que priorice la salud ecológica.