Imagina experimentar la vida como un ratón, un perro, un pájaro o un pez. Un artículo reciente en New Scientist explora un escenario futurista donde la ciencia nos permite experimentar brevemente la vida como otra especie.
La tecnología se basa en la neurobiología. Los científicos han logrado avances significativos en la comprensión del cerebro. Para 2024, mapearon las conexiones neuronales del cerebro de una mosca, seguido por el cerebro de un ratón. Los cerebros de mamíferos incluso pueden ser controlados.
En 2013, los investigadores conectaron los cerebros de dos ratas utilizando electrodos implantados. Esto permitió que una rata transmitiera información sensorial a la otra, permitiéndole realizar tareas sin indicaciones directas. Esto plantea cuestiones éticas.
Un científico podría conectar su cerebro al de una rata, utilizando electrodos inalámbricos conectados a un dispositivo en el cerebro de la rata. Al cerrar los ojos, podría ver a través de los ojos de la rata. Sin embargo, la visión de la rata es pobre, lo que haría que la experiencia fuera decepcionante.
Una experiencia más gratificante requeriría acceso a una mayor parte del cerebro del animal. Esto nos permitiría sentir, saborear y movernos como el animal. La inteligencia artificial podría ayudar a traducir estas sensaciones.
Experimentar el vuelo como un pájaro es atractivo. Sin embargo, los cerebros de las aves difieren significativamente de los cerebros de los mamíferos. Los científicos podrían tener más éxito probando esta tecnología en murciélagos, que son mamíferos.
En última instancia, los científicos pueden abandonar la idea de entrar en el cerebro de un animal. Podría considerarse cruel e inmoral. La domesticación, ya sea para la agricultura o el compañerismo, ya representa una forma de control conductual sobre los animales.