Nueva Zelanda destaca a nivel mundial por su enfoque único, basado en voluntarios, para el rescate de ballenas y delfines varados. Con cientos de varamientos que ocurren anualmente a lo largo de su extensa costa, una vasta red de voluntarios capacitados colabora con agencias gubernamentales para ayudar en estos rescates.
Project Jonah, una organización benéfica que capacita a médicos de mamíferos marinos, ha equipado a más de 5,000 neozelandeses con las habilidades para ayudar en los varamientos. Voluntarios de todos los ámbitos de la vida participan, dejando de lado sus vidas personales para ayudar. Mark Rounce, un voluntario dedicado, se inspiró para unirse después de presenciar un varamiento masivo de 200 ballenas piloto.
Nueva Zelanda fue uno de los primeros países en ser pionero en programas de rescate para varamientos, lo que hace que su respuesta sea reconocida internacionalmente. La larga costa del país, la diversidad de especies de ballenas y delfines y la geografía costera contribuyen al alto número de varamientos. Los investigadores también investigan el papel de la actividad humana, como las perturbaciones submarinas y la sobrepesca.
La importancia cultural de las ballenas para las comunidades maoríes, donde se consideran "taonga" o tesoros sagrados, motiva aún más los esfuerzos de rescate. La fuerte conexión con el océano y el espíritu comunitario impulsan la singular "respuesta con botas de goma y todo" de Nueva Zelanda a los varamientos de ballenas.