Un nuevo estudio revela una fascinante estrategia evolutiva empleada por las ballenas para sobrevivir a los ataques de las orcas: una sinfonía de sonidos que equilibra la necesidad de llamadas de apareamiento con la necesidad de camuflaje acústico.
Los científicos han clasificado las especies de ballenas en dos grupos: «lucha» y «huida» en función de sus respuestas a las orcas. El grupo «lucha», que incluye las ballenas francas del Atlántico Norte, las ballenas de Groenlandia, las ballenas jorobadas y las ballenas grises, son lentas, se reproducen en aguas poco profundas y defienden activamente a sus crías contra las orcas. Por el contrario, el grupo «huida», que incluye las ballenas azules, las ballenas fin, las ballenas sei, las ballenas minke y las ballenas de Bryde, son más rápidas, se reproducen en mar abierto y huyen de las orcas que se acercan.
El estudio revela una conexión intrigante entre estas estrategias y las vocalizaciones de las ballenas. Si bien la mayoría de las especies de huida producen algunas de las llamadas más fuertes del océano, sus cantos a menudo son inaudibles para las orcas más allá de un kilómetro. Las orcas tienen dificultades para detectar sonidos por debajo de 100 hertz y están limitadas a escuchar sonidos muy fuertes por debajo de 1 500 hertz. Las especies de huida, que generalmente producen ruidos por debajo de 1 500 hertz, se consideran «acústicamente crípticas» como una táctica de evasión de depredadores.
El estudio sugiere que las estrategias de «lucha» y «huida» evolucionaron en respuesta a la depredación de las orcas. Las ballenas barbadas no tienen otros depredadores naturales, y sus vocalizaciones se han adaptado para equilibrar la necesidad de atraer parejas con la necesidad de evitar la detección por las orcas.
Las especies de lucha, que se congregan en aguas poco profundas para reproducirse, confían en su número para defenderse. Defienden activamente a sus crías y utilizan cantos elaborados para atraer parejas. Las especies de huida, por otro lado, se enfrentan a una compensación. Deben llamar lo suficientemente fuerte como para atraer parejas, pero no tan fuerte como para alertar a las orcas de su ubicación. También pueden llamar a frecuencias más bajas, lo que permite que sus llamadas se propaguen más lejos a través del océano.
El estudio encontró que las especies de huida producen menos llamadas, más simples y más monótonas que las especies de lucha. Todas las especies de lucha son capaces de producir llamadas por debajo del rango de audición de las orcas, pero en cambio llaman en un rango de frecuencia más amplio. La ballena azul, la especie de huida más grande, produce sonidos inaudibles para las orcas, con sus sonidos más fuertes por debajo de 80 hertz. Lo mismo ocurre con las ballenas fin, que llaman a frecuencias aún más bajas que las ballenas azules.
Las ballenas grises, una especie de lucha, tampoco llaman por encima de 1 500 hertz. Esto puede explicarse por sus patrones de migración predecibles y su vulnerabilidad en aguas poco profundas. Su pequeño tamaño y la falta de defensa grupal en aguas poco profundas pueden requerir llamadas a frecuencias más bajas para protegerse.
El estudio también explora por qué las ballenas macho cantan más que las hembras. Los investigadores sugieren que las hembras pueden tener llamadas más silenciosas para evitar ser detectadas por las orcas, ya que sus crías son más vulnerables.