La profesora emérita Una Cunningham de la Universidad de Estocolmo analiza la dinámica de criar niños en entornos bilingües. Cuando una pareja espera un hijo, las discusiones sobre el idioma se vuelven cruciales, especialmente si uno de los miembros de la pareja habla un idioma diferente al idioma principal de su lugar de residencia.
Cunningham enfatiza los beneficios de que los niños crezcan con varios idiomas, destacando la conexión cultural que proporciona un idioma minoritario. Esta conexión permite relaciones más profundas con la familia extendida y los miembros de la comunidad.
Ella sugiere que la pareja que no habla el idioma minoritario puede aprender vocabulario básico y frases para participar en las conversaciones. Incluso comprender lo esencial permite la inclusión. Cunningham señala que la buena voluntad generada al intentar aprender el idioma es valiosa en sí misma.
El artículo introduce el concepto de una "política lingüística familiar", a menudo basada en el enfoque de "una persona, un idioma". En este modelo, cada padre habla su idioma nativo al niño, mientras que los padres se comunican entre sí en un idioma que ambos conocen.
Cunningham señala que los abuelos pueden desempeñar un papel importante en el apoyo al desarrollo de un niño en el idioma minoritario, particularmente si tienen un dominio limitado del idioma mayoritario. También aconseja apoyar a la pareja y al niño para que perseveren con el idioma minoritario, incluso cuando el niño comience a responder en el idioma mayoritario.
Se recomienda crear un paisaje lingüístico en el hogar, con carteles del alfabeto, libros y medios en el idioma minoritario. Cunningham asegura a los padres que no existe riesgo de que el niño se vuelva monolingüe en el idioma minoritario si está expuesto al idioma mayoritario fuera del hogar.