El dolor es una experiencia universal, pero su percepción varía significativamente entre las personas. Un estudio clave publicado en Science en 1980 destacó este fenómeno al comparar las respuestas al dolor entre cargadores nepalíes, acostumbrados a levantar cargas pesadas en el Himalaya, y occidentales. Los cargadores informaron niveles de dolor significativamente más bajos a pesar de mostrar respuestas neurológicas similares a los estímulos dolorosos.
Los investigadores atribuyeron esta diferencia a un 'estoicismo culturalmente impuesto', sugiriendo que las prácticas espirituales budistas de los cargadores jugaron un papel crucial.
La atención plena, un aspecto clave de estas prácticas, se define como 'la conciencia que surge al prestar atención a propósito, en el momento presente y sin juzgar.' El creciente interés científico en la atención plena ha arrojado luz sobre cómo modifica la respuesta del cerebro al dolor.
Un estudio publicado en Pain reveló que los participantes que practicaron meditación de atención plena informaron una intensidad de dolor significativamente menor después de la exposición a estímulos de calor doloroso en comparación con un grupo de control que escuchó un audiolibro neutral. Los análisis de imágenes cerebrales mostraron una reducción en la conectividad entre los centros de procesamiento del dolor y las cortezas prefrontales precúneas y ventromediales, áreas involucradas en el procesamiento del yo.
Los autores proponen que la meditación de atención plena ejerce su efecto analgésico al 'desvincular' la conexión neuronal entre nuestro sentido del yo y los estímulos dolorosos entrantes, permitiendo que los individuos experimenten el dolor sin que este defina su identidad.
Bhante Saranapala, un renombrado instructor de atención plena, enfatizó que la meditación ayuda a distinguir nuestro sentido duradero del yo de experiencias transitorias, incluyendo el dolor. 'Dejar ir' el dolor no es solo una ilusión, sino que se refleja en cambios neuronales duraderos, como lo destacan los hallazgos en Pain.
Investigaciones adicionales indican que los practicantes de atención plena más experimentados exhiben incluso menos conexiones entre las regiones del cerebro involucradas en el procesamiento del dolor y el sentido del yo que sus contrapartes menos experimentadas.
Los avances tecnológicos en el escaneo cerebral desde el estudio de 1980 han permitido la observación en tiempo real de las prácticas de atención plena. Elisha Goldstein, psicólogo clínico y coach de atención plena, explica que la atención plena se puede aprender y mejorar a través de la práctica intencional.
Incluso una breve formación en atención plena puede tener un impacto duradero, con estudios que muestran que solo unas pocas sesiones pueden aumentar significativamente la atención plena disposicional y reducir la percepción del dolor. Enfocarse en la respiración, descrito por Saranapala como 'el arte de respirar', es un componente fundamental de la práctica de la atención plena.
Goldstein recomienda comenzar con metas alcanzables, como cinco minutos de práctica diaria, enfatizando la consistencia. Incorporar la atención plena en tareas diarias también puede ser beneficioso.
La neurociencia moderna revela que la resistencia al dolor observada en los cargadores nepalíes es un estado mental que se puede cultivar para ayudar a las personas a desconectarse de su dolor. 'El dolor es impermanente y no está bajo mi control,' concluye Saranapala. 'Lo que no soy yo, debo dejarlo ir.'