A medida que los humanos se vuelven cada vez más conscientes de su mortalidad, la búsqueda de la inmortalidad, al menos en un sentido virtual, ha ganado terreno gracias a los avances en inteligencia artificial (IA). Los desarrollos recientes permiten la resurrección digital de individuos fallecidos, utilizando las enormes cantidades de datos que dejaron atrás. Este fenómeno se ha mostrado en anuncios publicitarios con figuras icónicas como cantantes y actores, que aparecen póstumamente en películas o materiales promocionales.
Sin embargo, estas prácticas plantean dilemas éticos y legales significativos, lo que podría impactar la salud mental de los familiares en duelo. Natalia Artigas, psicóloga especializada en el duelo en el Hospital Josep Trueta de Girona, expresa su preocupación de que la IA pueda obstaculizar la aceptación de la pérdida en lugar de facilitarla.
En los últimos años, han surgido modelos generativos, similares a ChatGPT, como herramientas poderosas capaces de crear contenido nuevo a partir de datos existentes. Los algoritmos detrás de estas aplicaciones dependen de un gran volumen de datos generados por los usuarios, lo que determina en gran medida la precisión de las reproducciones. Esta tecnología también incluye los deep fakes, que pueden crear representaciones convincentes pero engañosas de personas reales, lo que genera preocupaciones sobre la desinformación.
Cuando se aplica a las huellas digitales de los fallecidos, estos algoritmos pueden recrear versiones virtuales de ellos. Esta capacidad plantea riesgos psicológicos para los que están de duelo, quienes deben navegar su dolor mientras se enfrentan a estas representaciones digitales. Artigas señala que el proceso de duelo es crucial para integrar la pérdida y aprender a vivir con la ausencia.
La fase inicial del duelo suele ser la más desafiante, caracterizada por síntomas agudos como ansiedad, dificultad para concentrarse y trastornos del sueño. Artigas enfatiza que el duelo es un proceso natural que debe ser vivido, comparándolo con una herida que requiere tiempo para sanar.
La IA podría ayudar potencialmente en ciertos contextos terapéuticos, ayudando a las personas a abordar problemas no resueltos de manera simbólica. Sin embargo, Artigas subraya que cualquier uso de esta tecnología debe estar supervisado por profesionales para garantizar que ayude en lugar de complicar el proceso de sanación.
Además, las personas vulnerables, especialmente aquellas con problemas de salud mental o que viven solas, pueden ser más propensas a los efectos negativos de esta tecnología, lo que podría llevar a una dependencia de las recreaciones digitales de sus seres queridos fallecidos.
El filósofo Francesc Torralba, profesor en la Universidad Ramon Llull, critica las implicaciones éticas de usar la tecnología para 'resucitar' a los muertos. Argumenta que mantener una presencia tecnológica no puede llenar el vacío dejado por un individuo fallecido y enfatiza la importancia de aceptar la pérdida y valorar los recuerdos.
A medida que la tecnología de IA avanza, plantea preguntas esenciales sobre la naturaleza de la humanidad y los límites de la tecnología. Torralba sostiene que, aunque la IA tiene capacidades extraordinarias en ciertas áreas, es limitada en la comprensión de las complejidades de las emociones y relaciones humanas.
También surgen consideraciones legales sobre el uso póstumo de datos personales. Albert Sabater, director del Observatorio de Ética en Inteligencia Artificial de Cataluña, destaca la importancia del consentimiento y la especificación del propósito al utilizar recreaciones digitales.
A pesar de la reciente legislación europea que regula los sistemas basados en datos, su aplicación práctica sigue siendo incierta. A medida que la sociedad enfrenta estos desafíos, Torralba insta a un enfoque cuidadoso para gobernar las tecnologías de IA y priorizar la dignidad humana y las consideraciones éticas.
En última instancia, el rápido desarrollo de la IA plantea profundas preguntas sobre sus implicaciones sociales. Sabater advierte sobre los riesgos potenciales asociados con las recreaciones digitales, especialmente en lo que respecta a la gestión de datos y los derechos de los fallecidos.
A medida que navegamos por estas complejas cuestiones, es crucial recordar que la muerte es una parte intrínseca de la experiencia humana. La búsqueda de soluciones fáciles para el duelo puede socavar la profunda naturaleza de la pérdida, que es una ruptura profunda en las relaciones y requiere tiempo para procesarse.