La importancia de las estrategias parentales en la navegación del impacto de las redes sociales en los jóvenes

En Estados Unidos, ha habido un endurecimiento del acceso a las redes sociales para menores. Estados como Utah, Arkansas, Louisiana, Ohio, Texas y Florida han promulgado leyes que prohíben a los niños menores de 14 años el uso de plataformas de redes sociales, mientras que los de 14 y 15 años deben obtener el consentimiento de sus padres. Este movimiento tiene como objetivo proteger a estos grupos de edad de los problemas de salud mental que surgen de la adicción a plataformas como Instagram y TikTok.

El debate también está candente en Italia, donde el consultor de marketing estratégico Marco Divenuto reflexiona sobre las nuevas reglas impuestas por Instagram para los adolescentes, enfatizando el papel crucial que juegan las familias en educar a sus hijos sobre el uso responsable de la tecnología.

“La tecnología se ha convertido en una parte integral de la vida familiar, un hecho innegable. Sin embargo, no podemos aceptar que, en la mesa, nos aislemos detrás de las pantallas de los smartphones, ignorando el diálogo. Necesitamos escuchar, interactuar, apoyar y establecer reglas claras”, afirma Divenuto. Destaca la estrategia parental esencial necesaria para guiar a los niños a través del complejo mundo de las redes sociales.

La relación entre las plataformas digitales y los adolescentes es cada vez más delicada, ya que niños cada vez más jóvenes navegan por las redes sociales, a menudo de manera pasiva, desplazándose por publicaciones sin realmente interactuar. Muchos de ellos ni siquiera deberían tener cuentas debido a las restricciones de edad, pero son usuarios activos. En respuesta, Meta ha introducido nuevas “Cuentas para Adolescentes” en Instagram, con restricciones y protecciones mucho más estrictas, todas obligatorias y que no se pueden modificar sin la intervención de un adulto.

“Estas limitaciones confirman que las redes sociales no son adecuadas para los adolescentes más jóvenes. Son vulnerables y necesitan protección, porque sus habilidades críticas y sociales aún están en desarrollo”, comenta Divenuto, quien tiene más de 25 años de experiencia en comunicación digital. Señala que los padres se enfrentan a un paisaje virtual en el que todos se encuentran e interactúan, lo que requiere un enfoque claro y consciente.

Divenuto, especialista en comunicación digital, observa que la sociedad tiende a justificar el uso omnipresente de las redes sociales en la vida cotidiana. Sin embargo, para educar a los hijos, primero debemos reflexionar sobre nuestros comportamientos. “Si pedimos a nuestros hijos que dejen el teléfono, debemos ser los primeros en hacerlo. Es esencial dar el ejemplo y mostrarse como un modelo positivo”, enfatiza. La cuestión del “parenting digital” no se trata solo de imponer reglas, sino también del papel de los padres como reguladores del uso de la tecnología y como ejemplos positivos. Esto, según Divenuto, es un paso crucial para prevenir la hiperconexión y el uso excesivo de Internet entre los más jóvenes.

Divenuto también reflexiona sobre el cambio social que ha afectado a las familias: “Soy parte de esa generación que conoció el placer del diálogo en la mesa, durante un almuerzo o una cena. Hoy, ese momento de intercambio está desapareciendo en muchas familias, lo que representa una pérdida significativa.” Pensando en el futuro, se imagina un mundo cada vez más conectado, en el que los miembros de una familia, sentados alrededor de la misma mesa, intercambian mensajes y fotos a través de las redes sociales, en lugar de hablar cara a cara. “Debería imaginar un futuro en el que en esa famosa mesa haya personas que dialoguen sobre sus vidas a través de las redes sociales. Espero que las nuevas medidas introducidas por Meta puedan ayudar a mitigar este escenario y, sobre todo, que contribuyan a construir una relación más interactiva y sana entre padres e hijos.”

“Las tecnologías provocan sensaciones de aislamiento y disociación. Estamos acostumbrados a dar a los niños desde una edad temprana un smartphone o una tableta que actúa como niñera digital. Hay investigaciones realizadas sobre adolescentes estadounidenses que describen una situación alarmante: prefieren quedarse en casa en lugar de salir y tienen miedo de las relaciones con los demás. El aislamiento social es más que un peligro, es una realidad. Se pasa más tiempo documentando un evento, un concierto por ejemplo, que viviéndolo. Se piensa en compartir videos y fotos en las redes sociales mientras se vive una experiencia que debería regalarnos emociones y no 'me gusta'. Ahora estamos disociados”, declara el psicólogo Ruggero Andrisani Ruggieri, investigador en Psicología en el Departamento de Ciencias Humanas, Filosóficas y de la Formación de la Universidad de Salerno. “Todo esto produce malestar. Los adolescentes no saben lo que significa un vínculo, tienen dificultades para relacionarse con los demás y confunden relaciones y vínculos con contactos y seguidores. Desplazan continuamente relaciones como si fueran reels de Instagram, pasan de una relación a otra y eso crea inestabilidad emocional y malestar psíquico. Está en peligro el valor del vínculo social que debe ser recuperado.”

Somos testigos de lo que sucede en nuestras familias y a menudo nos cuesta darnos cuenta: vivimos aislados bajo el mismo techo, en la misma casa, cada uno con su smartphone y sus redes sociales. Una idea de familia lejana de la que nos enseñaron nuestros padres, que es la de compartir afectos, de proyectos compartidos, de crecimiento y de construcción de un futuro juntos.

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