El martes 4 de marzo, Estados Unidos congeló abruptamente la ayuda militar a Ucrania, una medida supuestamente destinada a influir en Kiev para que aceptara el "plan de paz" de Donald Trump. Si bien el Primer Ministro ucraniano, Denys Shmyhal, declaró que el ejército posee actualmente recursos suficientes para mantener la línea del frente, expresó su preocupación por el futuro de los sistemas de defensa Patriot suministrados por Estados Unidos.
La Casa Blanca no ha especificado las condiciones para reanudar la ayuda. Esta decisión, supuestamente tomada por Trump y ejecutada por el Secretario de Defensa Pete Hegseth, podría tener un impacto significativo en Ucrania, ya que Estados Unidos proporciona aproximadamente el 30% de su armamento, lo que equivale a las contribuciones combinadas de los aliados europeos. Una preocupación crítica es la posible interrupción de los suministros para los sistemas antiaéreos Patriot y Nasams, los misiles de combate F-16 y los misiles tierra-tierra HIMARS, que son suministrados principalmente por Estados Unidos.
Las consecuencias de esta congelación podrían extenderse más allá de las capacidades inmediatas en el campo de batalla, afectando potencialmente las estrategias de defensa a largo plazo de Ucrania y su dependencia del apoyo internacional.