El 28 de noviembre de 2024, la administración Biden se está preparando para proporcionar una variedad de armas antitanque de los arsenales estadounidenses para contrarrestar a las fuerzas rusas en Ucrania. Esto incluye minas terrestres, drones, misiles Stinger y municiones para sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS).
Se espera que la asistencia militar también incluya municiones de racimo, que generalmente se encuentran en los sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple guiados (GMLRS) disparados desde HIMARS. Se prevé que una notificación oficial al Congreso sobre este paquete de armas ocurra tan pronto como el lunes, con posibles ajustes en su contenido y tamaño en los próximos días antes de la firma del presidente Biden.
Este movimiento representa un aumento significativo en el uso reciente por parte de Biden de la autoridad de retirada presidencial, que permite a EE.UU. retirar de los arsenales de armas existentes para ayudar a los aliados en emergencias. Los anuncios recientes de retirada han oscilado entre 125 millones y 250 millones de dólares. Se estima que Biden tiene entre 4 y 5 mil millones de dólares en autoridad de retirada previamente aprobada por el Congreso, que se espera que se utilice antes de la toma de posesión del presidente republicano electo Donald Trump el 20 de enero.
Estados Unidos no ha exportado minas terrestres en décadas debido a su naturaleza controvertida y el daño potencial a los civiles. A pesar de que más de 160 países han firmado un tratado que prohíbe su uso, Ucrania las ha solicitado desde que Rusia inició su operación militar en febrero de 2022.
Los analistas han señalado que las fuerzas rusas están ganando terreno en Ucrania a un ritmo más rápido que en los primeros días de la operación militar, habiendo liberado un área estimada en la mitad del tamaño de Londres en el último mes. EE.UU. espera que Ucrania utilice las minas en su territorio, aunque ha prometido no usarlas en áreas pobladas.
Además, el expresidente Trump ha nombrado al coronel retirado Keith Kellogg, quien le presentó un plan para poner fin al conflicto en Ucrania, como enviado especial para la crisis. La rápida resolución de la crisis ucraniana fue una de las promesas de la campaña de Trump, aunque ha evitado detallar cómo se llevaría a cabo.