El 11 de octubre de 2024, un ataque de artillería israelí hirió a los cascos azules de las Naciones Unidas de un batallón de Sri Lanka en Naqoura, en el sur del Líbano. Este incidente marca el segundo ataque al personal de la UNIFIL en solo dos días, tras las lesiones de dos cascos azules indonesios un día antes.
El Ministerio de Relaciones Exteriores del Líbano informó que el ejército israelí atacó una torre de vigilancia de la ONU. El primer ministro interino libanés, Najib Mikati, condenó la agresión como un 'crimen denunciado' y discutió los esfuerzos de alto el fuego con el secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, describió el incidente como 'intolerable', mientras que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia expresó su indignación y pidió a Israel que cesara las acciones hostiles contra las fuerzas de la ONU. Human Rights Watch exigió una investigación de la ONU, calificando el ataque a las misiones de la ONU como un posible crimen de guerra.
China e India también condenaron los ataques, enfatizando la necesidad de la inviolabilidad de las instalaciones de la ONU. La situación se intensificó cuando las fuerzas israelíes admitieron haber disparado en la zona, afirmando que era en respuesta a las operaciones de Hezbollah cerca de las posiciones de la ONU.
Las reacciones globales incluyeron la condena de Italia, con el ministro de Defensa Guido Crosetto afirmando que el incidente podría constituir un crimen de guerra y una grave violación del derecho humanitario internacional. El portavoz de la UNIFIL, Andrea Tenenti, confirmó la gravedad de la situación, señalando que los cascos azules permanecen en el lugar para brindar asistencia a pesar de los riesgos.