El 9 de enero de 2025, la libra esterlina experimentó su mayor caída en tres días en dos años, reflejando crecientes preocupaciones en los mercados financieros. Esta caída se atribuye a problemas crecientes en el mercado de gilts, donde se negocian los bonos del gobierno.
Los analistas del mercado indican que el aumento de los rendimientos de los gilts, impulsado por presiones inflacionarias y anticipadas subidas de tipos de interés, está contribuyendo a esta volatilidad. Los inversores están reaccionando al cambiante panorama económico, provocando una venta masiva de la moneda.
Esta situación ha generado alarmas entre los economistas sobre las posibles implicaciones para la economía del Reino Unido, ya que una libra más débil podría agravar la inflación y afectar el poder adquisitivo.